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HorizonteRamón Pérez-Maura

Napoleonchu nos corona de insidias

Lo peor de todo es la inepcia y lo enormemente paleto de la indigente política exterior de España. Entérense de que las responsabilidades y manifestaciones de los gobiernos son colectivas y no personales o a tiempo parcial. Lo de Ione Belarra nada tiene que ver con la libertad de expresión

Actualizada 01:30

En las últimas 48 horas hemos visto a la diplomacia española tomar una deriva que lleva a España al precipicio. Sin remisión. A mí no me gustó que la embajada de Israel hiciera el lunes por la tarde un comunicado contra el Gobierno de España, por más que puedo compartir casi todo lo que decía. La contundencia del escrito me hace pensar que no fue redactado en Madrid, sino que vino de Israel, porque la profundidad de los ataques supera las competencias de una legación diplomática. Pero peor aún fue la reacción española. Está muy bien que nuestro nunca bien ponderado ministro de Exteriores, José Manuel Albares, a.k.a. Napoleonchu, saliera ayer a decir que el incidente está ya solucionado. Habrá que verlo. No hubo más que escuchar un rato después a la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030. Francamente no me lo creo. Para empezar porque queda claro que Napoleonchu era de los más torpes de su promoción. Un rifirrafe así con una embajada no se resuelve con una competición a ver cuál es el mejor comunicado. Se llama a la embajadora de Israel al Ministerio y se le dice lo que se crea oportuno. Las tensiones entre dos países se resuelven en los despachos, no en comunicados agresivos en Prensa.

Porque la contestación de Exteriores está llena de contradicciones. No puedes negar los hechos. No hay «insinuaciones» como se afirma. Decir de alguien que está cometiendo genocidio no es una insinuación. Y no digamos ya negar lo que han dicho tus propios ministros. Es un puritito disparate que demuestra el nivel al que está el mando de Exteriores siendo su titular un diplomático. Claro que basta con mirar el currículo. En su época los diplomáticos hacían dos oposiciones: una para entrar en la carrera y otra al terminarla. La dura era la primera y la fácil la segunda. En la oposición de entrada en la escuela diplomática Albares quedó el 17 de los 20 que entraron. Y en la de salida para ser funcionario el 11 de 20. Dejémoslo en que no está mal, pero tampoco parece Metternich.

Por cierto, mientras se redactaba la respuesta de Exteriores, Napoleonchu estaba en Albania acompañando a Pedro Sánchez en la Cumbre de líderes del Proceso de Berlín. En la larga toma televisiva de la intervención de Sánchez, Napoleonchu la seguía con tanta concentración que no abrió los ojos ni un instante. Bien hecho. Hay que estar a lo que se está. Tal era su atención que Exteriores despachó su respuesta al grave comunicado de Israel en apenas poco más de una hora.

La única conclusión a la que se puede llegar con estos dos comunicados es que todo apunta a ir a peor en lo bilateral. ¿Cuántos países han seguido el liderazgo de España en este despropósito? Todo esto en Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Aunque tuvieras razón no te puedes lanzar a un choque así. Napoleonchu y Sánchez –los dos que fijan la política exterior según él mismo repitió ayer tras el Consejo de Ministros– se están metiendo en una selva cuyos peligros no han calibrado bien. Quizá convendría a Sánchez escuchar un rato a su adorada Ursula von der Leyen.

Lo peor de todo es la inepcia y lo enormemente paleto de la indigente política exterior de España. Entérense de que las responsabilidades y manifestaciones de los gobiernos son colectivas y no personales o a tiempo parcial. Lo de Ione Belarra nada tiene que ver con la libertad de expresión. Es ministra del Gobierno del Reino de España. Y quizá Sánchez, en funciones, no puede nombrar otro ministro, lo que tampoco es absolutamente seguro, lo que sí puede es destituirla y atribuir sus funciones a cualquier otro ministro. Entérense de una vez de que no se puede supeditar toda la política de una nación a los chanchullos para contentar a los grupos o grupúsculos de cinco diputados para seguir en el poder. Y va siendo hora de que el opositor Albares aprenda a escribir sin contradecirse y negar los hechos. O a corregir a quien lo haga en su nombre.

La paletería de Napoleonchu impide a España dar la talla en un juego internacional que ha resultado estar tan por encima de tus posibilidades, y tan por debajo del papel que jugaba España hace dos décadas, mientras te ufanas de una Presidencia rotatoria que en la práctica no ha sido ejercida.

Me temo que está corona de insidias que Napoleonchu ha impuesto a la política exterior española tendrá como consecuencia que lo pagaremos caro sin conseguir nada para ninguna víctima real o potencial del conflicto que nos ocupa.

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