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Desde la almenaAna Samboal

Vete, Belarra

Le queda, poco más o menos, un mes de gobierno. Pero es tiempo suficiente para que haga un enorme daño

Actualizada 10:16

Ione Belarra no comparte la posición del Gobierno de España sobre el conflicto bélico en Oriente Medio. Nada tiene de particular. Un consejo de ministros no es una secta. Lo lógico y deseable es que, en el seno de cualquier grupo, más si éste es un Ejecutivo de coalición, convivan distintos puntos de vista.

Es obvio, sin ir más lejos, que Yolanda Díaz tampoco está de acuerdo con lo que dice José Manuel Albares, por más que hayan llegado a un punto de entendimiento. Pero, desde su mitin inicial, bramando contra Israel horas después del espeluznante y brutal atentado de los yihadistas contra meros civiles disfrutando de un concierto, ha ido rebajando el tono. Lealtad, obliga. O interés. Aunque tendrá que hacer encaje de bolillos para lograr que coexistan las proclamas de Errejón y sus chicas con lo que dice Pedro Sánchez.

Me atrevería a apuntar que ni siquiera el presidente se siente especialmente confortable en este terreno. En su comparecencia pública, por supuesto sin responder a pregunta alguna, se ha limitado a subsumir a España en el marco de la Unión Europea y a repetir lo que ya apuntó en Albania: la necesidad de crear dos Estados. Hace de la necesidad virtud y concilia con Yolanda.

Me temo que esta supuesta solución, la de los dos Estados va a ser la respuesta comodín de Moncloa para salir al paso de cualquier pregunta que les pueda poner en un aprieto. Son muchos los israelíes que, a priori, la firmarían mañana mismo. Sin embargo, dudo que genere el mismo grado de aceptación entre todos los árabes. Para empezar porque, aunque Belarra les meta a todos en el mismo saco, cada cual es de su padre y de su madre. Y también y sobre todo porque, émulos de los nazis, lo que pretenden la gran mayoría es borrar a todos los judíos del mapa. Por esa misma razón, ningún dirigente israelí con dos dedos de frente aceptará que le coloquen un nuevo Estado como vecino en el que Hamas o la Yihad o cualquier marca blanca del Frente Popular para la Liberación de Palestina pueda desarrollar labores de gobierno. Bastante tienen con Irán o Siria. ¿Qué respuesta le da la Moncloa a ese riesgo? Sirva como aviso que los británicos ya lo intentaron hace casi un siglo y acabaron trasladando el marrón a las Naciones Unidas. Desde entonces, ahí andamos, embarrados.

Me temo que Ione Belarra, a tenor de sus declaraciones, lo tiene mucho más claro. Su posición está en abierto y claro enfrentamiento con la del gobierno al que representa. Con lo cual, esta mujer, que durante su trayectoria institucional ha demostrado más sensibilidad por los animales que por las personas, que marca distintos entre víctimas de violencia en función de su lugar de nacimiento, género, sexo o nacionalidad, lo mejor que puede hacer es irse a su casa. Cierto es que le queda, poco más o menos, un mes de gobierno. Pero es tiempo suficiente para que, socavando día sí, día también, nuestra posición política en Oriente Medio o en Ucrania, donde se juega el futuro orden internacional, haga un enorme daño. No sólo al gobierno del que forma parte, que es problema de Sánchez al fin y al cabo, sino al interés de España.

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