Por el bien de Sánchez
El presidente del Gobierno, como si fuera un mártir, está dispuesto a hipotecar su conciencia para garantizar la estabilidad del país y aprobar la amnistía
Nadie debería sorprenderse con las palabras de Sánchez defendiendo ahora la amnistía por el bien de España. No es la primera vez –ni será la última– que el presidente del Gobierno muestra convicciones personales con una idea contra la que clamaba meses atrás.
No iba a haber indultos, no iba a haber pactos con terroristas, no iba a gobernar con Podemos... y, por supuesto, no iba a haber amnistía. Pero, «por el bien de España», Sánchez aprobó cada uno de esos puntos y hará lo mismo con la amnistía en las próximas semanas. Reconocerá que el Estado español perseguía a los líderes del procés por motivos políticos, por sus ideas y por buscar la independencia de Cataluña. Reconocerá que la Justicia estaba equivocada cuando condenó por delitos probados a una serie de políticos que dieron un golpe de Estado utilizando, además, el dinero de los ciudadanos. Reconocerá abiertamente al mundo que Carles Puigdemont se exilió en Bélgica para evitar la persecución y no para huir de la Justicia. Y lo hará por el bien de España.
Nada tiene que ver el interés del propio Sánchez por continuar cuatro años más en Moncloa, sino que el presidente del Gobierno, como si fuera un mártir, está dispuesto a hipotecar su conciencia para garantizar la estabilidad del país. Ese al que condena a estar en funciones a pesar de que hace más de tres semanas que el Rey lo propuso como candidato a la investidura. Atacaba a Feijóo por hacerle perder el tiempo a los españoles intentando ser presidente, pero él lleva más de 20 días solo para poner fecha a su discurso.
Quiere llegar al Congreso con todo atado y Sánchez sabe perfectamente que esta vez quien tiene cogida la sartén por el mango no es él, sino Puigdemont. Sin sus diputados no hay sillón en Moncloa –ni colchón– y, para levantar el pulgar, el prófugo exige no solo la amnistía sino también un referéndum. Sánchez ya aceptó la primera y tiene menos de un mes para fabricar un discurso en favor de la necesidad de una consulta en Cataluña. Será, eso sí, por el bien de España.