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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Peligro: si no eres de izquierdas eres «reaccionario»

Sánchez y el PSOE ya niegan toda legitimidad a cualquier español que cometa la imperdonable disidencia de no pensar como ellos

Actualizada 13:39

De aperitivo, un poco de victimismo a cuenta de las manifestaciones. De primer plato, una mano de bofetadas al PP, haciendo oposición a la oposición. De segundo plato, la clásica promesa de aguinaldos peronistas, disparando con pólvora del rey y engrosando el agujero insondable de las arcas públicas para comprar voluntades.

Y por el medio, trufando todo su discurso, lo más delator: la negación de toda legitimidad a los españoles que presentan la imperdonable desviación ideológica de no ser de izquierdas. Todo aquel que rechace la amnistía y el cambalache con Puigdemont, Junqueras y Otegui es según Sánchez «un reaccionario» que apoya «una agenda reaccionaria».

La primera norma de una democracia es respetar el derecho a existir del contario. Sánchez, que alberga alma de autócrata, no respeta ese principio, hasta el extremo de que alardea en sede parlamentaria de estigmatizar a todo aquel que no piensa como él. ¿Reaccionarios? Veamos:

-Si ser reaccionario consiste en apoyar la unidad de España y el natural y lógico aprecio por tu país, yo soy un reaccionario.

-Si ser reaccionario es defender el orden constitucional y oponerse a que se reescriba la Carta Magna vigente con procedimientos tramposos que no son los legalmente establecidos, yo soy un reaccionario.

-Si ser un reaccionario alude a que te desasosiega que un pistolero separatista (Otegui), un golpista separatista (Junqueras) y un fugitivo separatista (Puigdemont) estén decidiendo el futuro de España, yo soy un superreaccionario.

-Si ser un reaccionario estriba en defender la separación de poderes y la independencia de los jueces, yo soy un reaccionario.

-Si ser un reaccionario va de rechazar que se rompa la igualdad entre españoles regalando a catalanes y vascos privilegios políticos, legales y económicos, yo soy un gran reaccionario.

-Si ser un reaccionario consiste en defender la aportación crucial de la familia tradicional, la valía del legado cristiano y en creer que situarse a favor de la vida es mejor y más humano que la apología ideológica de la muerte, entonces anótenme en la lista negra del PSOE: soy un reaccionario.

-Si ser reaccionario es apoyar a las empresas, la libertad económica y una fiscalidad razonable, no confiscatoria, soy un reaccionario.

-Y si ser un reaccionario es creer que hay que respetar las normas no escritas de una democracia, las sentencias judiciales, la libertad de prensa y opinión y la instituciones públicas que son de todos los españoles, pues también ahí me han pillado: soy un reaccionario.

En resumen, un honor que un personaje de las características de Sánchez te llame «reaccionario». Una medalla a la libertad.

(PD: Asombrosa la risa destemplada y extravagante de Sánchez en la tribuna del Congreso carcajeándose de su propio chiste. Hubo un momento en que la mirada del candidato resultaba tan extraña que algún observador podría pensar si al final toda la grave crisis que está sufriendo España no tendrá también algo que ver con cuestiones próximas a la terapia).

(PD2: Sánchez investido presidente a lomos de su coalición antiespañola. Si les gusta la libertad, la democracia, la economía de mercado y España abróchense los cinturones. Viene un tiempo emocionante: ataque final a los jueces; regalías a Cataluña rompiendo las arcas públicas y liquidando la solidaridad entre regiones; ley de amnistía para los golpistas humillando al Estado, la policía, los jueces y el Rey; nueva vuelta de tuerca fiscal socialcomunista; e inminentes ataques a la libertad de expresión y opinión. El debate de investidura lo ha dejado claro: el PSOE y su líder consideran «reaccionario», «fascista» y «racista» a todo español que no sea de izquierdas. Las consecuencias de ese aserto son evidentes. Con más o menos tacto iremos adentrándonos en un modelo autocrático.

Defenderemos nuestras libertades y nuestra democracia, por supuesto. Pero aún así, ¡pobre España!, que se abisma a una crisis insondable por el ombligo de un oportunista sin escrúpulos que se ha encamado con los peores enemigos de este país).

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