Faltan arbolitos
A lo que nadie se atrevió anteriormente, el Senado con mayoría absoluta del PP lo ha conseguido. Eliminar nuestra peor Historia y sustituirla por una horterada
El Partido Popular, que cuenta con una mayoría absoluta en el Senado, se ha ocupado, al fin, de lo fundamental, y ha cambiado el logotipo de la Cámara Alta. El anterior no le terminaba de convencer a don Pedro Rollán, su presidente. El anterior logotipo no satisfacía sus gustos artísticos y su sentido de la Historia. Esa corona Real, ese escudo ovalado con los cuarteles de los viejos Reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, ese collar del Toisón de Oro, esos detalles tan antiestéticos y provocadores, le han llevado a encargar a un niño el nuevo logotipo. Un dibujo monísimo del nuevo edificio, que es particularmente horroroso, ensamblado por su zona cular con el Palacio del Senado, en la plaza de la Marina Española. A primera vista, más que al Senado, el dibujo del logotipo recuerda al Wizink Center. Y echo en falta algún arbolito. Y también se le ha olvidado al infantil creador de esa preciosidad añadir en los extremos de los laterales del edificio, una puerta con el cartel de un señorito y en otra el cartel con una señorita moderna, guay y empoderada, para recordar a los senadores que, en el interior del nuevo edificio inmortalizado por el creativo logotipo, tanto las senadoras como los senadores pueden hacer pipí con plena tranquilidad.
Tengo para mí, que don Pedro Rollán solicitó el permiso de don Alberto Núñez Feijóo para llevar a cabo tan importante transformación. Y que don Alberto, siempre inmerso en la duda, consultó con su eficaz y extraordinario equipo de confianza, compuesto por Borja Sémper, González Pons, Cuca Gamarra, Michavila el arúspice, y la señora o señorita Guardiola, la propuesta de Rollán. Y todos ellos, sin excepción, recomendaron dar el paso adelante demandado por el presidente del Senado, para cambiar la antigualla del viejo logotipo, haciéndose eco de la demanda de decenas de millones de españoles. Que eso, y no otra cosa, es lo que tienen que hacer los representantes de la ciudadanía. Oírla, y después de consultada, cumplir con sus exigencias.
Pero insisto que le faltan algunos arbolitos. Y de ser posible, en las ramas de un arbolito la presencia de un gorrión, y en otro, la traviesa figurilla de una ardilla. Se convertiría de esa manera el nuevo logotipo del Senado Español en una imagen con alto poder ecológico y sostenible, que lo de sostenible les encanta a estos tarugos. Modernidad proyectada al futuro. Y simultáneamente, una caja de ideas, para que los futbolistas millonarios que construyen sus casas en la urbanización La Finca, puedan inspirarse en la armonía estética del nuevo edificio del Senado para soñar su maravilloso hogar.
Don Pedro Rollán puede sentirse satisfecho. Sin su entusiasmo, el Senado seguiría manteniendo su escudo y logotipo adverso a la realidad de la España de hoy. ¿Qué pinta en el Senado la Corona Real? ¿Y el Toisón de Oro? ¿ Y el símbolo ovalado reuniendo en su interior los Reinos de Castilla, de León, de Aragón, de Navarra, de Granada y las Flores de Lis?
Un despropósito que, al fin, gracias al impulso modernista y contemporáneo del Partido Popular desaparecerá por completo. De ahí la imperiosa necesidad de incluir en el nuevo logotipo los arbolitos, para que se sientan identificados los millones de ecologistas, y no sólo los pocos miles de aficionados al baloncesto que acuden al Wizink Center a los partidos del Real Madrid.
Cuando el PP obtuvo democráticamente la mayoría absoluta en el Senado, reuní a los míos: «El día más inesperado, el PP demostrará su fortaleza parlamentaria obstruyendo las leyes disparatadas aprobadas en el Congreso por Sánchez, sus separatistas y sus terroristas, y ofreciéndonos la esperanza en el futuro». Y no me equivoqué. A lo que nadie se atrevió anteriormente, el Senado con mayoría absoluta del PP lo ha conseguido. Eliminar nuestra peor Historia y sustituirla por una horterada.
Pero faltan los arbolitos.