Indecencia socialista
Si Sánchez se atreve a hacer esto, como las rectoras americanas a decir que la defensa del genocidio depende del contexto, es porque viven en sociedades que lo permiten y hasta lo alientan
Es miserable, ha dicho la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, de la entrega socialista del ayuntamiento a Bildu. Miserable, indecente e inmoral, no hay matices para esta nueva línea roja que ha traspasado el PSOE. Y que incluye también la mentira, la de un pacto que hicieron tras las elecciones municipales, pero negaron reiteradamente hasta ahora. Y después, más del nauseabundo cinismo de seguir negando a ETA, con Patxi López acusando a la derecha en el Congreso de «agitar el fantasma de ETA», y hacerlo delante de los diputados de Bildu que siguen defendiendo a ETA. Que es como acusar a los judíos de agitar el fantasma del holocausto, y hacerlo delante de herederos de nazis que siguen justificando sus crímenes y con los que pactas.
Y hago esta comparación con los nazis, no solo porque ambas actitudes son moralmente equiparables, sino porque esta indecencia socialista coincide en el tiempo con la de las rectoras americanas que han justificado la defensa del genocidio de los judíos «dependiendo del contexto». Ambas actitudes tienen un terrible aspecto en común y es que vienen de lejos, en España como en América, y desde muy diversos sectores sociales. Y esto es aún más preocupante que la propia existencia de la indecencia, el hecho que no sea masivamente repudiada, sino todo lo contrario.
En Estados Unidos, hace muchos años que la extrema izquierda campa por sus anchas en las universidades con una amplia complacencia. Pero la represión de la libertad y las actitudes antidemocráticas solo han encontrado freno cuando los grandes donantes han amenazado con retirar el dinero. Si la rectora de la universidad de Pensilvania ha sido forzada a dimitir es porque los donantes han amenazado con retirar 100 millones de dólares, y es que hay muchos judíos entre los donantes. Y me alegro de que por fin lo hayan hecho, y por una causa justa, pero es inquietante que no hayan movido un solo dedo hasta ahora contra otras muchas barbaridades, como si hubiera que ser una víctima directa para reaccionar contra la inmoralidad.
Lo mismo ocurre en España desde hace décadas con los proetarras y la extrema izquierda, que sus barbaridades antidemocráticas son ignoradas o justificadas por amplios sectores, desde luego de la cultura y la universidad, pero también desde los poderes económicos, siempre deseosos de que los «progres» les perdonen por ser ricos y empresarios, con honrosas excepciones como el presidente de Mapfre, Antonio Huertas. Tampoco a los ricos y empresarios les gusta que les relacionen con los «fachas», que somos quienes denunciamos a extremistas, golpistas y proetarras, con el mismo éxito que los resistentes de las universidades americanas, es decir, muy escaso. Y con el mismo problema, que parece necesario haber sido una víctima para reaccionar ante las barbaridades.
Esta es la sociedad en la que Pedro Sánchez y el PSOE han llegado hasta aquí, hasta la compra de la investidura a cambio de impunidad para los golpistas y el pacto con Bildu, y veremos cuántas cosas más. Si Sánchez se atreve a hacer esto, como las rectoras americanas a decir que la defensa del genocidio depende del contexto, es porque viven en sociedades que lo permiten y hasta lo alientan. El problema de esta indecencia viene de lejos y va mucho más allá de Sánchez.