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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Deje de enredar, convoque elecciones

En cualquier democracia normal un presidente de cartón piedra, rehén de socios imposibles y en el alambre en el Parlamento sabe que debe dar un paso atrás

Actualizada 09:47

Ya está bien de enredar. Convoque de una vez elecciones. Permita votar a los españoles. Deje que puedan decidir claramente si prefieren continuar con el marasmo que usted ha propiciado o si quieren una fórmula de Gobierno más sólida.

Ya sabemos que nada le deleita más que pavonearse ostentando los atributos ornamentales del poder. Ya sabemos que acostumbra a definirse a sí mismo como Mi Persona y que circula con una caravana de coches de seguridad que parece más propia del emperador Bokassa que de un servidor público de una democracia del primer mundo. Ya sabemos que su narcisismo alcanza tales cotas que no se ha ido todavía del poder y ya ha escrito dos tochos de memorias (bueno, para ser exactos, no ha escrito ninguno, se los redacta una pluma alquilada, una negra, a la que a cambio paga con agradables enchufes públicos).

Ya sabemos que la Moncloa le ha servido de agencia de colocación para familiares y amiguetes, empezando por Bego en la Complu y siguiendo con David y su empleo fantasma en la Diputación de Badajoz, donde recibe ayudas públicas por montar óperas que se representan una sola vez y que casi no ven ni los que las cantan. Por no hablar ya del amigo arquitecto para el que se inventó usted a la carta un cargo que no existía, o aquel coleguita del baloncesto al que enchufó en la Sepi como jefe de seguridad.

Ya sabemos que le chifla pavonearse en todo tipo de foros y saraos con sus ternos entallados, el pin de la Agenda 2030 en la solapa estrecha y sintiéndose el más apolíneo de la velada. Ya sabemos que la goza con Ursula y Emmanuel en las cumbres europeas, fardando del inglés que le pagó papi con cursos en el extranjero, porque en casa éramos muy socialistas de carnet, pero nos gustaba la pasta y la disfrutábamos como buenos burgueses que éramos.

Ya sabemos que aspira a montar un régimen progresista perpetuo, a ser posible siempre con el mismo Gran Timonel al frente: usted mismo. Ya sabemos que le estorban los jueces, la oposición, el Rey… y todo aquello que ponga coto a un poder que desea omnímodo. Ya sabemos que se cree más listo, «resiliente», «progresista», «feminista», «ecologista» y guapo que nadie. Ya sabemos que vendería la mecedora de una tía abuela por un mes más en la Moncloa. Ya sabemos que todavía flipa extasiado ante el hecho de haber gobernado tantos años siendo un candidato electoral flojito, que por dos veces ha ocupado el poder sin haber ganado las elecciones. Ya sabemos que a nadie le gusta más su poltrona que a usted y que todo le da igual con tal de seguir en ella, aunque sea a costa de debilitar la unidad de España, mentir sin despeinarse o dejar un agujero insondable en las arcas públicas.

Ya sabemos todo eso, pero aún así, vamos a permitirnos una ilusa apelación a su dignidad: convoque elecciones, aténgase por una vez a las normas no escritas del juego político limpio. En cualquier democracia normal un presidente de cartón piedra, rehén de unos socios imposibles, que baila en el alambre en el Parlamento y se ve forzado a hacer cesiones tremendas a los separatistas entre tinieblas, sabe que debe dar un paso atrás y llamar a las urnas. La altanería ya no camufla sus debilidades. Va usted de peso pesado de la política, de rey del cuadrilátero, pero su pegada real es más bien la de un púgil supermosca.

(PD: ¿Cuál ha sido el pago a Puigdemont para que no votase y le salvase la tarde al divo? ¿Qué le ofreció el PSOE en carreras sin aliento por los pasillos del Senado? ¿Qué cachito de España ha regalado esta vez a los separatistas catalanes? Mientras el PSOE callaba, los españoles nos hemos tenido que enterar por un comunicado de Junts: retirada de un artículo del decreto que podía entorpecer en un futuro la amnistía del fugitivo; cesión a Cataluña de todas las competencias en inmigración; revertir la norma de Rajoy que ayudó a trasladarse en 2017 a las empresas amenazadas por el golpe separatista; y, como siempre, más dinero. Sánchez está desguazando España para salvar su ombligo. Así de sencillo).

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