Las fotos de Yolanda
La candidata seleccionada a dedo por Pablo Iglesias ha conseguido hacer bueno al hombre de la coleta que puso tierra de por medio, consciente de lo que venía
La imagen de Yolanda Díaz arrodillada en una playa filtrando arena en busca de pélets no hizo más que retrotraerme a una noche de septiembre en un hotel de Bruselas cercano al Parlamento Europeo. Allí estaba yo esperando que llegara la vicepresidenta del Gobierno, quien no hizo otra cosa que ponerse a hablar de sus planes de futuro sin plantearse que podía haber alguien escuchándola que ella no quisiera.
Yolanda estaba en Bruselas para verse con Puigdemont y le hablaba a su equipo de cómo podía explotar electoralmente aquella foto. La imagen es muy importante para la vicepresidenta, algo que no concuerda ni con sus votantes ni con sus compañeros de filas. Ella ha sabido reconvertir mejor que nadie el estilo perroflauta en un pijoprogre que cree que convence a alguien. Mientras a unos les engaña con palabras; a otros, con una imagen muy alejada del concepto de comunismo que defiende.
Su empeño por las fotos hace que Yolanda Díaz rastree como un sabueso en el bosque en busca de comida hasta que encuentra un hueso que morder. Se fue a Brasil para la toma de posesión de Lula solo para tener una imagen con el representante del triunfo de la izquierda en Sudamérica –aunque todavía un año después no sabemos ni con quién fue ni cuánto se gastó–, se fue a Bruselas en busca de Puigdemont en plenas negociaciones de investidura y, ahora, se pone el traje de voluntaria para recoger pélets en las playas de Galicia. Que haya sido a las puertas de unas elecciones es casualidad.
No pierde ocasión para montar una performance. Es su tierra y le duele lo que pueda pasar en Galicia, pero le duele más que se avecine un nuevo fracaso electoral en su partido. Más aún si es en su tierra. La candidata seleccionada a dedo por Pablo Iglesias ha conseguido hacer bueno al hombre de la coleta que puso tierra de por medio, consciente de lo que venía. Le dejó el marrón a Yolanda, por aquello de que no le tacharan de machista, y ahora la señala como la culpable del descalabro en las urnas y de haber conseguido separar a la extrema izquierda de la izquierda extrema.
Cuestiones menores para la vicepresidenta, que ya tiene su foto en las playas gallegas, con deportivas, vaqueros y jersey, muy alejada del outfit del Congreso. Así piensa que ganará algún voto, las soluciones ya que las pongan otros.