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HorizonteRamón Pérez-Maura

La lenta muerte del PSOE

El denunciado bilingüismo gallego no fue una idea de Núñez Feijóo. Fue Manuel Fraga Iribarne el que lo puso en marcha con la idea de que no ocurriera en Galicia como en Cataluña y el País Vasco donde el uso del catalán y el vascuence se han convertido en instrumentos de agitación política independentista

Actualizada 01:30

La del pasado domingo ha sido la duodécima vez que se elige el Parlamento de Galicia desde la primera ocasión en 1981. Alianza Popular y el Partido Popular han ganado todas las elecciones gallegas sin excepción. Y para quienes no lo sepan, ambos son el mismo partido que el propio Manuel Fraga, su fundador, refundó en 1989 con un nuevo nombre.

En las últimas horas se ha repetido mucho que es la quinta victoria por mayoría absoluta del PP. Es la quinta desde la que Alberto Núñez Feijóo ganó en 2009 tras el bipartito encabezado por el socialista Emilio Pérez Touriño. La única otra vez que el PSOE ha tocado poder fue en la legislatura de 1985-1989 en la que Alianza Popular había logrado 34 de los 71 escaños de la cámara en la que fue reelegido mi llorado amigo Gerardo Fernández Albor. Diez meses después de su elección fue desalojado de la Presidencia por una traición interna y el PSOE tocó el poder durante tres años hasta que llegó Fraga en 1989 y logró la mayoría absoluta que repetiría en otras tres elecciones. Finalmente, en 2005 se quedó a un escaño de esa mayoría, perdiendo el poder. Y ya en 2009 empezó la era Feijóo.

Menciono estos datos que están al alcance de cualquiera en la Wikipedia para intentar concienciar que es muy difícil conseguir que un partido logre la implantación que ha conseguido el PP en Galicia. Desde las primeras elecciones bajo la Constitución de 1978 se establecieron cuatro regiones que eran casi un monopolio de cuatro partidos diferentes: el País Vasco, del PNV; Cataluña, de CiU; Andalucía, del PSOE y Galicia, del PP. De ese escenario hoy sólo queda Galicia. CiU ya no existe y sus herederos nada tienen que ver con el nacionalismo; del PSOE andaluz no queda ni la caseta de la Feria de Sevilla y el PNV ya no es ni el primer partido en las encuestas. Sólo el PP gallego sigue ganando elección tras elección.

Creo que esto puede ser un doble motivo de reflexión. A la hora de votar en unas elecciones yo nunca me he encontrado con un partido con el que estuviera de acuerdo en el cien por cien de su programa. E incluso cuando estás muy de acuerdo con un partido debes plantearte qué posibilidades tiene de contribuir a echar del poder a quien -según tu leal saber y entender- está haciendo un enorme daño a la sociedad o si, por el contrario, ese voto a una opción no mayoritaria contribuiría a mantener en el poder un partido que ya es tóxico. Las políticas del PP gallego, que tanto se han criticado desde Vox no parecen igual de tóxicas que las del BNG y el PSdG. El denunciado bilingüismo gallego no fue una idea de Núñez Feijóo. Fue Manuel Fraga Iribarne el que lo puso en marcha con la idea de que no ocurriera en Galicia como en Cataluña y el País Vasco donde el uso del catalán y el vascuence se han convertido en instrumentos de agitación política independentista.

Otrosí. Recuerdo la cena a la que asistí el 28 de noviembre de 1986 en Vitoria en el cierre de la campaña electoral de Alianza Popular en las elecciones vascas de dos días después. Fraga se había recorrido de arriba abajo la tierra de su madre en apoyo de su candidato, el democristiano Julen Guimón. En las anteriores elecciones, las de 1984 con Jaime Mayor Oreja como candidato, AP logró 7 diputados. En las de dos días después de esa cena, AP se quedó en sólo dos. Su peor resultado histórico. El lunes 1 de diciembre de 1986 Manuel Fraga dimitió de la Presidencia de AP. Huelga decir que Alianza Popular nunca tuvo en el País Vasco la implantación que ha tenido el PSdG en Galicia: Dos veces ha ostentado la Presidencia de la Xunta. Es por ello que creo poder decir con objetividad que el descalabro del PSOE en Galicia en 2024 es mayor que el de AP en las elecciones vascas de 1986. Fraga se fue a su casa. Sánchez ni se inmuta porque le da igual si su partido muere por su culpa. Y es una muerte que avanza lentamente, pero lo hace sin cesar. Que les vaya bonito.

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