El trinque tiene una estética
Armengol intentaba encubrir la corrupción del Gobierno a la que ella contribuyó desde la Presidencia de las Islas Baleares y por cuyo apoyo ha sido recompensada con la Presidencia de las Cortes, cargo del que debe dimitir a la brevedad posible
Creo que han perdido las referencias. La intervención de Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno del miércoles 28 de febrero demostró que ya no saben dónde están. Sí, todavía cuentan con el respaldo de grupos como el PNV, que creo que está aún más perdido que ellos y que saben que, pese a que la corrupción del equipo de Sánchez que demuestra el Caso Koldo multiplica a la enésima potencia la del Gobierno Rajoy –suponiendo que hubiera un 0,0001 por ciento de corrupción, porque si fue como yo creo de un 0 por ciento, cualquier multiplicación implica como resultado otro cero.
En la línea de lo que decíamos aquí el miércoles, ayer en el Congreso de los Diputados, Sánchez se defendió de la crítica razonada de Núñez Feijóo con un discurso cuyo único argumento era «y tú más». Aún suponiendo que fuera cierto lo que dice, afirmación con la que yo discrepo, ese «tú» sería el PP en una época en la que Núñez Feijóo no tenía el mando. Mientras que la acusación que está sobre la mesa en este minuto es al actual PSOE al que se está investigando por corrupciones mucho más graves que al PP en la etapa de Rajoy. Y mientras que en esa etapa de Rajoy las acusaciones se lanzaban contra miembros de la dirección del partido que el entonces presidente del PP y del Gobierno había heredado de etapas anteriores sin darles ninguna relevancia en su gabinete, ahora tenemos pringados –por más que Sánchez se niegue a aceptar ninguna responsabilidad– a tres ministros, uno ya fuera del Gobierno –Salvador Illa– y dos sentados en él –Fernando Grande-Marlaska y Ángel Víctor Torres– y la presidente de las Cortes Españolas, tercera autoridad del Estado, a la que todo le apunta francamente mal. Pues como adelantó ayer El Debate, ella contrató con la empresa de la trama Ábalos en 2020 y no denunció el contrato hasta 2023, la víspera de dejar el Gobierno de Baleares, pese a que desde 2020 tenía encima de la mesa las denuncias de los contratos. ¿Cómo justifica haber tardado tanto en darse cuenta a pesar de las evidencias que poseía? Es evidente que Armengol intentaba encubrir la corrupción del Gobierno a la que ella contribuyó desde la Presidencia de las Islas Baleares y por cuyo apoyo ha sido recompensada con la Presidencia de las Cortes, cargo del que debe dimitir a la brevedad posible. Es decir, hoy mismo. Nunca el honor de las instituciones españolas cayó tan bajo como estamos viendo en este tramo de la historia democrática y constitucional de España.
En la línea de mi ayer anunciado acuerdo entre Sánchez y Ábalos, en su respuesta a Feijóo Sánchez no mencionó ni una vez a Ábalos ni le condenó explícitamente. No hay que ahondar en esa herida. Mejor no menearlo. El acuerdo entre el presidente y su antigua mano derecha y creador de su figura política puede ser firme, pero lo que tienen por delante pinta color teléfono antiguo para el sanchismo. Por más que Sánchez diga que la verdadera corrupción está en el PP, nadie olvida el historial del PSOE del que creo que la salvación es casi imposible. Cuando recordamos al primer PSOE con Juan Guerra con despacho en la delegación de Gobierno en Andalucía, al segundo PSOE con Luis Roldán en la Guardia Civil y al actual con Koldo con mando en tropa… ¿Se han dado cuenta de lo que se parecen física y moralmente los actores y las situaciones? Discúlpenme por ser tan simple, pero el trinque tiene una estética.