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HorizonteRamón Pérez-Maura

La dura verdad de la verdad

Estoy convencido de que en esta hora las tornas ya han girado y los hipócritas que le han despellejado ya la ensalzan, aclaman su valor y la perfección del video en el que confiesa lo que ocurre, sin pedir perdón por nada de lo que gritaron. Qué frágil memoria y desvergüenza tienen algunos

Actualizada 20:15

Hemos leído a lo largo de casi dos meses infinidad de especulaciones sobre las razones por las que la Princesa de Gales no había reaparecido después de su «operación abdominal». No hacía falta ser muy perspicaz para intuir que algo serio ocurría con su salud. En lugar de eso, medios de comunicación del mundo entero se dedicaron a lanzar especulaciones absurdas.

Primero que si una crisis en el matrimonio y la supuesta relación del Príncipe de Gales con una amiga. Y eso corría como válido después de que el heredero de la corona británica pidiera tiempo para poder estar con su mujer durante su recuperación. Debe ser así como actúan quienes tienen líos extramatrimoniales hoy en día. Yo no entiendo nada. Y después se montó la campaña contra ella por haber hecho un photoshop de consecuencias irrelevantes a una foto con sus tres hijos. Inmenso escándalo que ha llevado a decir que la popularidad de la Princesa pasa por su peor momento. Por una edición gráfica de ninguna consecuencia que no oculta nada que tenga relevancia alguna.

Todo era mucho más evidente. No aparecer durante tanto tiempo tras una operación sólo puede ser consecuencia de alguna complicación descubierta en esa intervención. Aunque es evidente que la estrategia de los Gales ha producido una reacción adversa, habrá que reconocer ahora que la consorte del Príncipe de Gales podía tener derecho a un poco de privacidad. Cuando de forma simultánea y en el mismo hospital se detectó al Rey Carlos III otro cáncer, la información se hizo pública rápidamente por su trascendencia política, por sus consecuencias en la gobernanza del Reino. A diferencia del Rey, la Princesa de Gales no juega ningún papel en la sucesión, más allá de acompañar al heredero en sus funciones, entre las que destaca, sin duda, la educación de sus hijos. Pero la Princesa Kate ya ha cumplido su principal obligación para la dinastía: ha aportado tres hijos a esa línea de sucesión y creo que tenía todo el derecho a poder asumir con calma, discretamente, el reto que tiene ante sí.

Los medios de comunicación han convertido a los miembros de las Familias Reales en monigotes que emplean para llenar las páginas rosas de todos ellos. Esto no son sólo las revistas de corazón. El carecer de esa información de la Princesa enferma sin duda llevó a especulaciones por las que ahora deberían pedir perdón muchos periodistas. En el Reino Unido y en medio mundo, porque la dura verdad de la verdad es que cuando una madre de hijos pequeños -y sé de primera mano de lo que hablo- se enfrenta a lo que la Princesa de Gales tiene ante sí, no hay derecho a la crítica. Y estoy convencido de que en esta hora las tornas ya han girado y los hipócritas que le han despellejado ya la ensalzan, aclaman su valor y la perfección del video en el que confiesa lo que ocurre, sin pedir perdón por nada de lo que gritaron. Qué frágil memoria y desvergüenza tienen algunos.

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