Hasta para infamar son incompetentes
Un medio marginal publicó el martes que la empresa en la que trabajó apenas veinte meses la mujer de Alberto Núñez Feijóo recibió una subvención de más de 100.000 euros de la Junta de Galicia presidida por él. Ayer el medio que dio a luz esa infamia ha tenido que retractarse
La degeneración de la España mentirosa es apabullante. El Gobierno intenta convencernos de que todos somos iguales en la violación de la Constitución, pero, simplemente, no es verdad en absoluto. Hemos vivido en los últimos días el «escandaloso» caso de la conversación privada por un sistema de mensajería entre Miguel Ángel Rodríguez y una periodista de un medio abierta y legítimamente de izquierda -igual que El Debate es abierta y legítimamente conservador. Ataques sin límite al jefe de gabinete de la presidente Díaz Ayuso por sus palabras escritas en un ámbito privado y que sólo se conocen porque el medio en el que trabaja la receptora de los mensajes cree que les puede sacar un rendimiento.
Y ahora el caso contrario. El ministro marrullero Óscar Puente, en su cuenta oficial de Twitter –o como se quiera llamar esa plataforma– lanza un ataque contra mis muy admirados colegas de The Objective. No voy a reproducir el hilo de mensajes que ha colgado en la red. Me limitaré al primero «¿Por qué llamo The Ojete a este contenedor de porquería? Aquí tenéis la portada de hoy de esta basura. En ella se sostiene que mi hermana recibió una filtración de la fiscalía de una causa penal que era secreta. Como podréis ver es una pura invención.» Y al séptimo mensaje y creo que último: «No está de más recordar que en este contenedor de porquería es en el que ha acabado Savater. ¿Se puede acabar peor una carrera? Es casi imposible.» ¿Un ministro del Gobierno del Reino de España llama «The Ojete» a un medio de comunicación públicamente y desde una cuenta abierta que tiene un objetivo político y eso no es más grave que una conversación privada? Y ¿qué decir de que lo defina como «contenedor de porquería»? De pretender humillar al gran Fernando Savater porque haya tenido la grandeza de escribir con libertad hasta que lo han echado de El País y tener refugio ahora en las páginas de este apreciado competidor que edita mi admirada Paula Quinteros y dirige mi valorado Álvaro Nieto, ni hablemos. El ministro se arrastra a la sombra de lo que su apellido significa. Pero es ilustrativo del doble rasero que el PSOE y sus adláteres mediáticos pretenden conseguir. La descalificación en una conversación privada debe ser perseguida. El insulto público no merece reproche.
Infolibre, un medio marginal, publicó el martes que la empresa en la que trabajó apenas veinte meses la mujer de Alberto Núñez Feijóo recibió una subvención de más de 100.000 euros de la Junta de Galicia presidida por él. Ayer el medio que dio a luz esa infamia ha tenido que retractarse al evidenciarse su desconocimiento total de lo que estaban hablando. El vicepresidente de la Fundación Sargadelos, Alberto Leiro, remitió un correo a Infolibre para explicar su error: «El problema de base radica en que su medio confunde el Real Patronato de Sargadelos, ente público que tiene como objeto la reconstrucción, mantenimiento y puesta en valor, incluida la musealización del conjunto histórico de Sargadelos, y la Fundación Sargadelos, formada por la Fábrica de Cerámica de Sargadelos S.L. y la Fábrica de Cerámica del Castro S.L. que no tienen ninguna relación ni vínculo en común». Quien recibió el dinero fue la primera. Donde trabajaba la mujer de Feijóo era la segunda. Ni para infamar tienen capacidad estas gentes. Estamos a la espera de que quienes han blandido esa mentira contra el presidente del PP (el presidente Sánchez, la vicepresidente Montero, la ministra Alegría…) tengan a bien asumir la posición de su fuente de información y se retracten igualmente. Me iré encendiendo un puro y me sentaré mientras espero.