Balance -triste- de una década
Diez años después de la abdicación de Don Juan Carlos y casi cuatro después de su salida de España, la ley de Amnistía ha sido aprobada en las Cortes y el proceso de sedición continúa, libre ahora de bastantes obstáculos legales.
Hay diferentes formas de analizar los diez años que han transcurrido desde que Don Juan Carlos anunció su abdicación. Por una parte, creo que hay que reflexionar sobre si se hizo Justicia con el Rey que había llevado a España de la dictadura a la libertad en un reinado de 39 años en los que, por supuesto, se cometieron errores, como no puede ser de otra forma cuando hablamos de obras humanas. Pero el cambio a mejor que dio España en ese periodo deslumbró al mundo. Se hacen muchas críticas desde la extrema derecha a la evolución que ha tenido el país y desde la extrema izquierda que ahora nos gobierna a lo inadecuada que es la institución monárquica. Yo creo que estar situada en el centro no ha sido una mala opción para la Corona. Y para quienes siempre hablan de lo buena que fue la relación de Don Juan Carlos con Felipe González y lo mala que habría sido con José María Aznar, yo siempre recuerdo que cuando la fundación de Aznar, FAES, creó su Premio de la Libertad, el primero que dio fue para Don Juan Carlos, para seguir después con una lista de grandes premiados, el segundo de los cuales fue nada menos que Margaret Thatcher.
Don Juan Carlos vivió desde 2018 una creciente persecución con una serie de cargos que han quedado en nada. Como hemos contado en El Debate, el acoso a la Familia Real desde el PSOE de Pedro Sánchez ha sido constante con la habitual doble vara de medir que emplea frente a la Corona. El 11 de diciembre de 2014, cuando Pedro Sánchez todavía era secretario general del PSOE, en una entrevista en La Sexta afirmó: «Creo que la Infanta Cristina debería renunciar a sus derechos dinásticos sin lugar a dudas. Creo que sería uno de los mejores servicios que podría hacer, no solo a la democracia, sino también a las instituciones y a la Casa Real». Y el 18 de junio de 2018, nada más llegar a la Moncloa, preguntado por esta misma cuestión, en una entrevista en Televisión Española, Sánchez sostenía que «la Justicia es igual para todos, no hay nadie por encima de la Ley y la Ley se cumple para todos». La ofensiva había comenzado. Pero con la doble vara de medir habitual. Sánchez hoy se niega a aplicar sus propios criterios a Begoña Gómez, su mujer. Ella no es igual ante la ley.
La cuestión más difícil es discernir cómo está afectando esa doble vara de medir al reinado de Don Felipe. El Rey tiene una forma de ser muy diferente de la que tiene su padre, pero se ha visto sometido a un constante chantaje desde el entorno del Gobierno por los cargos que tenía pendientes Don Juan Carlos. Ha tenido que ser con infinita paciencia cómo se han gestado la normalización de las entradas y salidas de Don Juan Carlos en España sin crear tensión cada vez que lo hace.
Acabamos de vivir un día de infamia con la aprobación de la Ley de Amnistía que es una carga de profundidad contra el discurso del Rey el 3 de octubre de 2017.
En este aniversario quiero recordar el artículo que publiqué en ABC el 4 de agosto de 2020 con motivo del abandono por Don Juan Carlos de España la víspera. Se titulaba «Otro paso hacia la ruptura de España» y en él, entre otras cosas, decía: «Ayer fue un día muy grave para España como Estado de Derecho. Se primó las informaciones de interés bastardo a los actos judiciales ante los que todos tenemos que rendirnos. Lo peor de ello es que demuestra la deslealtad del actual Gobierno. Como ya tengo dicho, la última vez que hubo en Europa una Monarquía con un Gobierno en el que había comunistas fue en Rumanía tras la Segunda Guerra Mundial. Aquello acabó, no por un procedimiento constitucional, sino con un ministro comunista apuntando a la sien del Rey Miguel mientras firmaba su abdicación. Afortunadamente los padres de la Constitución española –entre los que había un comunista y un socialista, por cierto– dejaron muy bien atadas las defensas de la Corona contra intentos espurios de derrocarla. Pero no era posible impedir que fuese minada por quienes juran lealtad al Rey. El presidente del Gobierno que padecemos dice constantemente que él no desea cambiar de sistema y que respalda «la jefatura del Estado» –jamás dice que respalda al Rey o la Monarquía. Dada la relación que tienen los discursos de Sánchez con la verdad, es evidente que pretende exactamente lo contrario de lo que dice. En esta salida de España del Rey Juan Carlos hemos visto cómo él ha empujado para conseguirla porque le importan más los votos de ERC para sus presupuestos, que la estabilidad institucional de España a medio y largo plazo. Sánchez llegó al poder gracias a una coalición parlamentaria de partidos cuyo objetivo era la destrucción de España como unidad política y territorial. El abandono de España del Rey Juan Carlos es la mayor victoria de quienes quieren acabar con la unidad de España. Porque saben que esa unidad es mucho más difícil de poner en cuestión con la Monarquía. Y la Monarquía está mucho más debilitada hoy que ayer. Aunque haya quien quiera no verlo.»
Diez años después de la abdicación de Don Juan Carlos y casi cuatro después de su salida de España, la Ley de Amnistía ha sido aprobada en las Cortes y el proceso de sedición continúa, libre ahora de bastantes obstáculos legales.