Ahora ganar no es ganar
Si nos atenemos al argumentario del sanchismo, las europeas del próximo domingo no las va a ganar el PP, aunque la media de las encuestas le den hasta cuatro puntos de diferencia
La capacidad que el sanchismo posee para retorcer la realidad y la facilidad con que el equipo de opinión sincronizada le compra el absurdo, evidencia que vivimos muy malos tiempos en España. Ahora va a resultar que el Real Madrid perdió en Wembley y el Borussia es el ganador de la Champions. Vivimos un tiempo en que la irrealidad lo impregna todo. Hasta dudamos de si verdad vivimos en España o en Nicaragua o tal vez Venezuela. Si nos atenemos al argumentario del sanchismo –está claro que ya no podemos ni debemos hablar del PSOE ni del socialismo–, las elecciones europeas del próximo domingo no las va a ganar el PP, aunque la media de las encuestas le den hasta cuatro puntos de diferencia. O gana por goleada, como Milei en su día, o habrá perdido. Eso sí, que mejora en más de catorce puntos el resultado sobre las europeas anteriores, carece de toda importancia. Pero es que incluso Vox avanza con respecto a hace cinco años. Es decir, el centro derecha se impone con claridad a la extrema izquierda, sanchismo incluido.
Desconozco como tratarán a este tiempo las generaciones españolas de las próximas décadas. Mis capacidades adivinatorias en esa materia son escasas. Me atrevo, no obstante, a expresar y lamentar que no vamos a quedar especialmente bien. Este tiempo es, sin género de dudas, el peor en materia política que recuerde ningún español, a excepción de Sánchez y su tribu. Nunca desde un gobierno se enlodó más la vida pública, se descalificó más al contrario. La máquina del fango tiene un solo promotor: Sánchez. Su último capítulo consiste en decir que, si el PP gana las elecciones, no las ganará. Lo dice un gobernante que llegó al poder con una moción de censura tramposa y 84 escaños, que convocó unas elecciones que hubo que repetir con una raquítica renta de apenas 122 diputados y ahora gobierna habiendo perdido las elecciones. No hay antecedentes en nuestra democracia reciente. No recuerdo un presidente menos querido y apoyado por los votantes.
El próximo domingo hay que votar, porque en contra de lo que mucha gente cree, en Europa nos jugamos mucho y, además, habrá que evidenciar que la máquina del fango sanchista, con su capacidad de retorcer la realidad, se tropieza con la sana terquedad de la mayoría de los españoles.