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HorizonteRamón Pérez-Maura

La dualidad de Begoña

El ataque de Sánchez y su Gobierno a la independencia del poder judicial es de una gravedad terrible. Y Cándido Conde Pumpido está callado y a la espera de que todo pase por sus manos

Actualizada 01:30

Ha habido muchas similitudes entre las dos cartas de Pedro Sánchez. Su pobre redacción, su egocentrismo, sus ataques a sus adversarios políticos, la hora en que las difundió en la red social X… Pero ha habido una enorme diferencia muy relevante: cuando publicó la primera carta todos los medios de comunicación habidos y por haber enviaron avisos de urgencia informativa por las redes sociales. Ni uno de la media docena que yo recibo en mi teléfono dejó de avisar. La segunda carta de Sánchez ha sido absolutamente ignorada, al menos en términos de urgencia informativa. Y al paso que va, si hay una tercera, igual ni se recoge.

Me parece a mí que su capacidad de contrarrestar informativamente la citación judicial de Begoña Gómez ha sido nula. Y sin duda ése era el objetivo principal de la misiva. En prácticamente todos los medios de comunicación la noticia que mandaba era la convocatoria de la consorte el 5 de julio en los juzgados de la Plaza de Castilla. Y como mucho, la carta de Sánchez tenía una relevancia secundaria.

Me divierte mucho la indignación del presidente y de sus medios afines por el hecho de que el auto se haya hecho público durante la campaña electoral. Aducen un supuesto acuerdo no escrito para no tomar iniciativas judiciales que afecten a cargos públicos en tiempo de campaña electoral. Ayer salieron en tromba la mayoría de las asociaciones judiciales a recordar que ese acuerdo no existe y que los juzgados tienen sus tiempos. Lo peor fue la reacción del PSOE: hasta seis ministros ratificaron públicamente su ataque a la judicatura. Eso no ocurre en un Estado de derecho de una democracia.

Y en todo caso, aceptando el principio enunciado por Sánchez, vamos a ver: ¿Begoña Gómez es una ciudadana privada o es un cargo público? El sanchismo juega constantemente con un doble rasero que aplica a Gómez condiciones distintas según el minuto del partido que se esté jugando. Desde «presidenta del Gobierno» (Patxi dixit) a una «honesta trabajadora» en la versión de su marido. Una dualidad imposible.

Yo no me atrevo a predecir qué impacto puede tener la citación judicial en la campaña electoral. Lo que sí sé es que ha disparado la histeria entre el sanchismo porque intuyo que creen que su sustento corre peligro. Que a estas alturas el PSOE equipare la manifestación del 26 de abril en la Puerta de Alcalá con las concentraciones de nazis –como hizo ayer en sus redes sociales– es de una zafiedad verdaderamente abyecta. Pero creo que demuestra lo nerviosos que están. Este tipo de publicidad negativa se remonta a la campaña presidencial de Mario Vargas Llosa en Perú en 1990 cuando el vídeo del candidato aprista equiparaba al hoy Premio Nobel con un dóberman. Y después ese tipo de recurso ha sido muy utilizado. Pero no estoy seguro de que dé tanto éxito.

En este tramo final de la campaña la tensión va a ser enorme. Sánchez está desquiciado y ya no sabe qué hacer. Tanto la carta como el vídeo de la Puerta de Alcalá son recursos propios de quien está desesperado. Creo que intenta dar pena a su electorado a ver si así consigue mantener la representación que tiene ahora el PSOE. Y, si lo hace, cantará victoria, aunque gane el PP. El domingo sabremos qué frutos le ha dado la polarización que tanto tiempo lleva practicando y con la que está rompiendo España. El ataque de Sánchez y su Gobierno a la independencia del poder judicial es de una gravedad terrible. Y Cándido Conde Pumpido está callado y a la espera de que todo pase por sus manos.

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