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Un mundo felizJaume Vives

Bendita anomalía española

El fracaso español nos anima a luchar en los lugares idóneos: en casa, el colegio, los grupos de amigos, los clubs de lectura, la vida asociativa, las pequeñas empresas y las calles

Actualizada 01:30

Algunos se lamentan de que en España, a diferencia de otros lugares de Europa, hayan triunfado las opciones políticas que representan la nada. Esas que están llamadas a ser vomitadas.

Algunas, incluso después de haberse meado en la cara de sus votantes en no pocas ocasiones. Unas, prometiendo en campaña lo que nunca hicieron cuando tenían mayoría absoluta y cambiando otras de opinión constantemente.

Es evidente que existen algunas diferencias entre ambas, imperceptibles en la práctica, amplificadas en campaña. Son sólo unas pocas diferencias cromáticas, de velocidad y de forma. Pero inexorablemente se acercan al mismo abismo.

Volviendo al tema, lo que algunos ven como una desgracia que pondrá mucho más feas las cosas a diferencia de otros países que han votado mejor, yo lo veo como una oportunidad magnífica para vivir más apegados a la realidad, lejos de creer en paraísos que no son tales.

Que aquí todo vaya aparentemente peor nos ayuda a enfocar bien la esperanza y a centrar el tiro.

El problema de nuestra ruptura con Dios, la desintegración de la familia, el debilitamiento de la patria y la corrupción de los menores excede en mucho a la política. Y si bien es cierto que hay algunas opciones políticas que pueden ayudar a mitigar el problema, seríamos unos imprudentes si abandonáramos esa lucha porque los que gobiernan molan más o si la redujéramos a participar cada cierto tiempo en la fiesta de la democracia.

Que de fiesta tiene más bien poco. No conozco otra igual en la que, mediante carta postal, te obligue a participar en su organización, formando parte de las mesas. Se me ocurren muchos tipos de fiesta y ninguna en la que sea necesario obligar a la gente a participar porque, de no ser así, la fiesta sería un gran fracaso al que suele contribuir sin remordimientos de conciencia (y bien está que así sea) el 50% de la población. Aquellos que, si no reciben carta postal, no se dejan ver por el colegio electoral ni por casualidad.

El fracaso español nos anima a luchar en los lugares idóneos: en casa, el colegio, los grupos de amigos, los clubs de lectura, la vida asociativa, las pequeñas empresas y las calles.

Pues solo replegándose, alejándose un poco, reuniendo fuerzas y volviendo luego a esos lugares es como las cosas pueden ir mejor. Hay que retirarse a la oración para luego poder volver a la acción. Pues no hay acción que valga sin previa contemplación.

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