España 2024: la ciudadanía perpleja
Si un juez acusara a un político de Vox de traición a la patria por haber estado conspirando estos días en Madrid con Milei para ver cómo pueden acabar con el sanchismo, la tormenta mediática sería apocalíptica y ese político estaría dado a la fuga a ver si en Tombuctú no lo encuentran
Por mencionar algunos asuntos ocurridos esta misma semana y que antaño hubieran provocado grandes coberturas informativas que hubiesen desencadenado escándalos transversales con todos los partidos atacando a quien esté sentado en el Gobierno, pero que hoy dejan a la ciudadanía entre perpleja e indiferente por saturación, se podría enumerar los siguientes sin afán de ser exhaustivos:
Un estudio demuestra que el CIS de Tezanos ha sido en las elecciones al Parlamento Europeo en España el instituto demoscópico que más se ha equivocado de todos los que trabajaron en esos comicios para diferentes clientes. Y es bien sabido que, por el modelo electoral de circunscripción única, en España las europeas son las más fáciles de medir. Da igual: Tezanos consiguió hasta un 13 por ciento de error. Pero aquí no pasa nada.
En sus innumerables hazañas, don Alvarone García Ortiz, que ha trufado la Junta de Fiscales con miembros de la asociación minoritaria de la carrera, que no agrupa a más del 10 por ciento de los mismos, pero ahora controla más del 50 por ciento de los puestos de la Junta, hace una trampilla para que su predecesora pueda participar en la votación de la Junta y avalar la amnistía total incluyendo los delitos de malversación. La ciudadanía recibe la noticia de esta carga de profundidad contra la Constitución como quien oye en la radio el resultado del Unión Deportiva las Palmas/Vitigudino: 0-0.
Sánchez reivindica antes del cierre de la campaña electoral europea la figura de Magdalena Álvarez condenada a nueve años de inhabilitación por el caso del los ERE andaluces, el mayor escándalo de corrupción de la democracia española. Dos semanas después el TC anuncia la anulación de la prevaricación de Álvarez convirtiéndose así, de hecho, en la última instancia de recurso judicial. El Tribunal Supremo pasa a ser sólo un «supremito». Pero aquí nadie se echa a las calles por esas minucias. Aquí estamos mucho más interesados en seguir la Eurocopa. Panem et circensis.
Y, por no voy a extenderme demasiado y aburrirles, el viernes el juez pidió al Tribunal Supremo que impute por traición a Puigdemont por haberse reunido con agentes de Vladímir Putin para financiar el Procès. Es decir, por un delito de traición a la patria. Si un juez acusara a un político de Vox de traición a la patria por haber estado conspirando estos días en Madrid con Milei para ver cómo pueden acabar con el sanchismo, la tormenta mediática sería apocalíptica y ese político estaría dado a la fuga a ver si en Tombuctú no lo encuentran. Pero no, Puigdemont ya está aburrido de su fuga y él lo que quiere es volver a España porque aquí hay un Gobierno que está haciendo unas cosas tan inverosímiles, que ya no producen ninguna reacción entre la ciudadanía.
Esto es como si estuviéramos viendo una de Walt Disney de las de antes: patos que hablan, el tío Gilito nadando en piscinas de monedas, y Bambi, el maldito Bambi que se convirtió en el estandarte de los animalistas. Los mismos que en esta semana en que se ha reconocido el éxito del plan para impedir la desaparición del lince ibérico se han cuidado muchísimo de mencionar al presidente del Gobierno que puso en marcha el plan que tanto éxito ha tenido: José María Aznar. Pero ése no cuadra como ecologista, claro. Porque los hechos no cuentan. Sólo cuentan los discursos demagógicos.
España, año de Gracia de 2024