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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Ristra de chorizos impunes

Corrieron los meses y el autócrata no pudo evitar el alardeo de poder, adelantar la aberrante decisión que iba a adoptar el TC durante uno de esos mítines socialistas donde la intelectualidad española se reúne en autocares por un bocadillo

Actualizada 01:30

Con inagotables fondos autonómicos. Sin ningún control. O lo que es peor, desoyendo las advertencias de una interventora. Robaron a mansalva la guita de los parados. Una cosa obrera, campesina. Justicia social, socialismo. Lo sabía toda Sevilla, pero escapaba a los altos responsables institucionales, quienes, visto así, no sé de qué nos sirven. Robaban con hambre atrasada, robaban sin disimulo, con ansia. Todos hicieron fortunitas 'pa' asar una vaca. A los gordos los condenó el TS. Como cualesquiera otros delincuentes, iban a conocer el trullo. Parecía una prueba de que en un Estado democrático de derecho rige el imperio de la Ley, de que todos los poderes públicos están sometidos a ella y a los tribunales. Y entonces, de pronto, vimos que no. Que ya te llamaré.

Que aquel no iba a pasar su temporada a la sombra por padecimientos que miles de presos conocen y han conocido (en España hay presos moribundos). Merecía excepción, y Bonilla estuvo de acuerdo. ¿Por qué? Porque eran políticos del régimen que los Bonillas asumen. Esos pájaros parecen merecer un trato mejor del que puede esperar el ciudadano. Con algún matiz: el político tiene que ser de su palo, y al ciudadano visiblemente desafecto al régimen siempre se le puede fabricar un escándalo en cualquier momento, vía policía política, triturar su imagen y quemar su reputación. Es el caso de Nacho Cano, que por suerte no les saldrá bien porque Nacho tiene más fuerza –en todos los sentidos– que el basurero industrial linchador, mediocre, abusador y envidioso de esa España que tan fielmente encarna Sánchez. (No Encarna Sánchez).

Corrieron los meses y el autócrata no pudo evitar el alardeo de poder, adelantar la aberrante decisión que iba a adoptar el TC durante uno de esos mítines socialistas donde la intelectualidad española se reúne en autocares por un bocadillo. Nótese que España no es solo ya una dictadura. Es una dictadura con caudillo gañán que, lejos de perseguir una apariencia democrática, pugna por distanciarse de las formas propias de un sistema constitucional homologable. Sánchez es tan irritantemente inoportuno e importuno que ha querido fotografiarse como si fuera capitán de la Selección española triunfante. Al futbolista que le ha tratado como se merece (es decir, como trata un aristócrata inglés al servicio, como si no lo viera) le ensordecen los gruñidos de la piara en las redes. Espero que no le impresione lo más mínimo. A mí no me interesaba el fútbol, pero después de comprobar que estos hombres son la única élite española que no se hace caca delante del autócrata, me voy a aficionar rápido.

Volviendo a lo nuestro, por fin el TC hace lo que Sánchez le ordenó. Creen que devuelven el prestigio a los pajarracos andaluces, pero Pumpido solo puede regalar impunidad, nunca prestigio, sería un imposible. Se suman a los golpistas catalanes amnistiados, a los golpistas catalanes indultados y a los etarras blanqueados como sepulcros, que es lo suyo. La última impunidad será la de la famiglia.

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