Todo es escandaloso
Sánchez ha naturalizado la mentira, el fraude, el guerracivilismo, el apaño y la trampa hasta hacerlos normales y casi irreversibles
Todo es escandaloso en Pedro Sánchez, hasta el punto de naturalizar algo tan excepcional como que el presidente de un Gobierno democrático mienta, se salte, deforme o cambie fraudulentamente la legalidad, enfrente a la sociedad, avale negocios en su entorno, se haga la víctima y persiga a la disidencia.
Es escandaloso asaltar el Tribunal Constitucional y llenarlo de sicarios con toga para anular condenas refrendadas por el Tribunal Supremo y amnistiar, con un apaño fraudulento y obsceno, el mayor caso de corrupción de la historia; convertir a los delincuentes que lo perpetraron en víctimas de un sistema injusto; obligar a las perjudicados a pedirle disculpas a los reos y borrar esos antecedentes de su propio partido, que se dopó con dinero público durante una década en Andalucía y en el resto de España.
Porque si los ERE sirvieron para asentar allí un sistema clientelar de captación de votos, sus beneficios fueron nacionales y todo el PSOE disfrutó ese tiempo de su mayor granero electoral en cuantos comicios generales tuvieron lugar bajo el impulso del socialismo andaluz.
Es escandaloso mantener a un fiscal general del Estado que conculca su propia naturaleza, el ejercicio de la acusación, para convertirse en el guardaespaldas de Sánchez, de su familia y de su partido; incurriendo en posibles delitos gravísimos para derribar a un rival político, Isabel Díaz Ayuso, revelando las cuitas de un ciudadano anónimo por ser su pareja.
Es escandaloso indultar a delincuentes sin arrepentimiento alguno, amnistiar todos los delitos que cometieron para transformarlos en derechos, negociar con ellos en el extranjero su propia investidura y avanzar, poco a poco, en la legalización de sus siniestros objetivos: primero impunidad, luego inmunidad, ahora el desfalco de un «cupo catalán» y ya veremos si un referéndum de independencia.
Es escandaloso ayudar a su mujer a montarse una cátedra en una universidad pública, convertir La Moncloa en su oficina privada, cuidar personalmente a los socios del chiringuito, mentir con alevosía y reiteración sobre la naturaleza de los hechos y esconder el beneficio exacto que su pareja, y por tanto él mismo, hayan podido extraer de tan evidente negocio.
Es escandaloso fundir a impuestos a los pequeños empresarios, a los autónomos y a las clases medias trabajadoras y tener un hermano que tributa en Portugal para esquivar a Hacienda, disfruta de un empleo público regalado en un destino al que no acude y engorda su patrimonio de manera inexplicable para el salario público que le regalaron.
Es escandaloso que en su partido aprovecharan la tragedia inmensa de la pandemia para, mientras la gente se moría, cerraba a la fuerza su negocio y se confinaba inconstitucionalmente en su casa; forrarse vendiendo mascarillas defectuosas a precio de caviar.
Es escandaloso comprarse la Presidencia, tras perder las elecciones, pagándole a los diputados de Junts, ERC o Bildu con intereses nacionales para satisfacer los suyos personalísimos, a sabiendas de que solo le aceptarán el apaño si a cambio les concede todo aquello que un presidente decente debiera ser el primero en combatir.
Es escandaloso llenar de mamporreros con carné cada rincón del Estado, desde el CIS hasta RTVE, para enterrar la separación de poderes, imponer un régimen predemocrático por la puerta de atrás e implantar un monocultivo ideológico en el que todo lo que le interesa a Sánchez es legal y todo lo que le perjudica, punible.
Y es escandaloso, entre tantos bochornos, que la respuesta a todo ello sea perpetrar un ajuste de cuentas contra jueces, periodistas, adversarios y ciudadanos, tratados como traidores y merecedores de una represalia guerracivilista que anula la disidencia, elimina el castigo a los abusos propios y pretende hacer inviable la alternancia democrática.
En Sánchez todo es escandaloso porque su propia génesis es escandalosa, con una moción de censura artera perpetrada con todos los enemigos de España y presentada para que no lo echaran del PSOE tras fracasar sistemáticamente en las elecciones.
Y al abrir esa puerta no le queda otra que recorrer todo el camino, saltarse todos los controles y buscar la tristísima meta: acabar con toda oposición institucional, jurídica y social, para que no haya testigos de sus fechorías y pueda convertirlas en el estado natural de un país sometido a un golpe de Estado por fases, incruento, y al paso que vamos, irrevocable.