Despiadados con Rita, rastreros con Begoña
Patética es la doble vara de medir de los despiadados con Rita y ahora rastreros con Begoña y bochornosa su persecución al juez por investigarla
A Rita Barberá la acusaban de haber contribuido con 1.000 euros al blanqueo de dinero del PP valenciano. 1.000 euros. La causa fue archivada años después, pero es muy relevante recordar cómo fue el tratamiento periodístico y político de Rita Barberá mientras se investigaba ese caso. Con unas críticas despiadadas contra ella por haber contribuido presuntamente con 1.000 euros a una trama de blanqueo de dinero. Pues bien, muchos de los periodistas que tildaban de gravísimo el caso de Rita Barberá y que exigían su inmediata dimisión son los mismos que defienden ardorosamente ahora a Begoña Gómez y a su marido. No ya su presunción de inocencia, sino lo que califican de cacería política de un juez.
Hubo infinidad de artículos, de declaraciones de líderes de la izquierda, de tertulias de radio y televisión, en las que retrataban a Rita Barberá como poco menos que una amenaza a la democracia. Recuerdo especialmente una tertulia en la que participé en Cuatro y en la que el resto de periodistas me miraba acusadoramente por defender la presunción de inocencia de Rita Barberá y por criticar el tratamiento brutal hacia ella por los supuestos 1.000 euros. Pero yo iba a contracorriente en aquellos años de las decenas de portadas contra Camps por los famosos trajes, o las camisetas de Mónica Oltra llamando chorizos a los políticos del PP, o las airadas exigencias de dimisión de Rajoy que lanzaba Pedro Sánchez cuando aquel fue llamado a declarar como testigo en una investigación de corrupción.
Y es que la izquierda, política y mediática, creó un irrespirable clima en el que eliminó por completo la presunción de inocencia y persiguió con saña, no solo indicios mínimamente creíbles de corrupción del PP, sino cualquier acusación periodística sin base sólida alguna. Todo valía para el objetivo que finalmente la izquierda consiguió en 2018, crear un estado de opinión pública en el que justificar una moción de censura para asaltar el Gobierno. Con partidos con peores casos de corrupción a sus espaldas, comenzando por el propio PSOE, que usaban torticeramente la corrupción para llegar a La Moncloa.
Lo patético y bochornoso, adjetivos usados por Sánchez para calificar el caso contra su mujer, es el comportamiento de todos esos políticos y periodistas ahora tan rastreros en defensa de Begoña Gómez; o del hermano de Sánchez. Patético por la doble vara de medir. Y bochornoso, porque no se limitan a defender la presunción de inocencia de Begoña Gómez, sino que han emprendido una persecución al juez por haber osado investigar a la mujer del presidente. En un caso, no de presuntos 1.000 euros, sino de presuntas decenas y decenas de miles de euros de dinero público recibidos por Begoña Gómez y sus amigos empresarios.
Hay una respetable minoría social que desearía introducir un profundo cambio en el tratamiento mediático y político de la corrupción, en el que primaran la presunción de inocencia, la racionalidad, la prudencia y el exquisito trato de los datos sobre las opiniones. Pero eso no es posible con esta izquierda y con este presidente del Gobierno que llegaron al poder manipulando la corrupción sin importarles a quien destruyeran para lograrlo. Y es que ahora se juega con las reglas que establecieron ellos mismos, y las reglas no se cambian a mitad de un partido.