Francia, la gran manipulación
Esa gran manipulación francesa de una coalición de extremistas, antisemitas y anticapitalistas pidiendo un cordón sanitario contra el extremismo
Es brutal la manipulación ideológica que domina el debate de las elecciones francesas, en Francia y en el resto del mundo. Con esa llamada a hacer un cordón sanitario a la «extrema derecha» desde lo que califican como «izquierda» a secas y es extrema izquierda, si se aplican los mismos criterios que a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. No por vieja y repetida es menos alarmante esta tergiversación de las palabras, que es una tergiversación de la realidad, llamando Frente Republicano a una alianza con los extremistas antisemitas, pro-Hamás, anticapitalistas y simpatizantes de violencias varias del Nuevo Frente Popular.
¿Que está el Partido Socialista francés en ese NFP? Sí, pero eso no la hace menos extremista, cuando esa coalición está dominada por la Francia Insumisa de Mélenchon, el líder de la extrema izquierda, junto a los comunistas o al Nuevo Partido Anticapitalista, el partido troskista investigado por apología del terrorismo, tras afirmar después de los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre que «apoyamos a los palestinos y palestinas y los medios de lucha que ellos y ellas han elegido para resistir. ¡Intifada!». Y es que el antisemitismo es ahora un rasgo de la izquierda francesa, desde que los palestinos han sido convertidos por la izquierda en símbolo de las víctimas del imperialismo occidental. Nada que ver con el Frente Popular antinazi.
Los medios franceses y de otros países están sosteniendo una coalición que no solo tiene un fuerte antisemitismo y llama movimiento de resistencia a Hamás, sino que justifica los símbolos de desigualdad de las mujeres. Sobre todo, porque la gran mayoría de votantes musulmanes, un 63%, lo hace por la Francia Insumisa, y ahora por el NFP. Y lo mismo que la extrema izquierda española, dice que el velo, o el burkini, o la abaya, son signos culturales. Y en la misma línea, presentan candidatos con posiciones homófobas, representativas de los sectores más islamistas. Y, ciertamente, con las mismas simpatías de Putin o las críticas a la Unión Europea que se achacan a Agrupación Nacional.
Los principales medios de izquierdas del mundo, desde Le Monde, El País o The New York Times, sostienen esta coalición extremista mientras claman contra «la ultraderecha», pero también lo hacen los autodenominados liberales como Financial Times, con exactamente el mismo lenguaje. Con el impulso, además, del discurso del propio Macron que, desesperado por su derrota en las europeas y en la primera vuelta, está llamando a un Frente Republicano con ese conjunto de antisemitas, anticapitalistas y pro-Hamás. Cualquier cosa con tal de conservar el Gobierno, hasta pactar con los que quieren hacer de Francia una Cuba pero sin sol, que es lo que dijo hace tiempo de la extrema izquierda.
El frente extremista francés tiene inquietantes similitudes con España. De hecho, Pedro Sánchez se ha identificado plenamente y pide que derrote a «la ultraderecha» como hace él en España, con sus alianzas con comunistas, simpatizantes de Hamás y nacionalistas xenófobos. «Las palabras importan, y mucho», dijo el miércoles en la presentación de la nueva fundación socialista, demostrando que la izquierda lo ha entendido siempre mejor que la derecha. Esta gran manipulación francesa sobre la «extrema derecha» y la «izquierda» es un excelente ejemplo.