El peso de la batuta
En la dirección de orquestas sinfónicas y bandas musicales, nada hay más cansado que soportar durante horas el peso de la batuta. No se fabrican batutas ligeras, de maderas elásticas. El director David Sánchez, con el nombre artístico de David Azagra, sufre un agotamiento del brazo derecho demoledor
Don Anastasio, vencido por la desesperanza, decidió quedarse en la cama el resto de su vida. Estaba acusado de cometer pequeños delitos de estafa y una mala mañana se presentó en su casa un agente de la Policía Judicial con un papel aterrador. Un juez le citaba al tiempo que le advertía que, de no presentarse, sería inmediatamente llevado al Juzgado, esposado y con bastantes posibilidades de ser ingresado como preso preventivo en un albergue carcelario nacional. Su abogado montó en cólera. Y se presentó ante el juez de muy mal humor, enfadado, lo que se dice, escandalizado por la injusticia –Señoría, don Anastasio no puede moverse de la cama. Está agotado. Se le han disparado los sístoles y las diástoles, y el médico le ha recomendado descanso. Creo, señoría, que negarle a don Anastasio el descanso es una crueldad. Si lleva seis meses sin abandonar el lecho, por algo será–. Al día siguiente fue sacado de la cama por una pareja de la Guardia Civil y llevado ante el juez. –Señoría, como español tengo el derecho al ocio y al descanso–. Pero el juez ordenó su ingreso en prisión, por presumible estafador y por caradura.
El excelente inmigrante Halajá Mouamed Mulah, que se había limitado a intentar abusar de unas cuantas niñas cristianas a las que raptaba en la salida de los colegios, fue capturado en una brillante operación policial. Al ser detenido e intentar la huida, un agente hizo uso de su arma y el disparo hirió en la pantorrilla al integrado inmigrante. Montero, Belarra, Díaz y Urtasun se pusieron a su disposición. El juez, que pertenecía a una agrupación de 'Jueces Solidarios con la Inmigración Ilegal', le hizo ver que proceder al intento de violar a niñas españolas no estaba del todo bien. Y el distinguido inmigrante aceptó, con una humildad enternecedora, la regañina de su señoría. –Le suelto con la condición de que no reincida–. El acusado, consternado, aceptó el chorreo y le prometió al juez no volver a actuar en los próximos días, porque necesitaba ocio y descanso. –Así me gusta–, comentó el juez solidario mientras le indicaba la puerta hacia la libertad.
El policía que tuvo el descaro y la crueldad de herir al infeliz de un disparo, cuando intentaba huir tan pacífico inmigrante, fue puesto a disposición judicial y el ministro Marlasca le abrió expediente para expulsarlo del Cuerpo. Lo lógico en una sociedad europea avanzada y con vocación de futuro. Marlasca fue apoyado en Europa por el etarra Barrena y Esteban González Pons, faltaría más.
Una juez de Extremadura está a la espera de recibir las respuestas a diferentes cuestiones que ha planteado a nuestra joya en la dirección de orquestas sinfónicas, que casualmente es hermano del presidente del Gobierno y dotado de una gran habilidad para sortear sus obligaciones con la Hacienda de Marisú. La juez aguarda pacientemente la recepción de las respuestas, pero por una razón u otra, el Von Karajan español con residencia en Portugal, no responde. Y su abogado, que es un titán del Derecho, y en el presente caso del Revés, le ha recomendado a Su Señoría que espere sentada, que ya recibirá las respuestas, y que su representado tiene también derecho al ocio y al descanso. Sobre todo al descanso.
En la dirección de orquestas sinfónicas y bandas musicales, nada hay más cansado que soportar durante horas el peso de la batuta. No se fabrican batutas ligeras, de maderas elásticas. El director David Sánchez, con el nombre artístico de David Azagra, sufre un agotamiento del brazo derecho demoledor. El gesto batutero que da entrada a la melodía, con el peso de las batutas que hoy se utilizan, son causa de lacerantes dolores y calambres imprevistos. Con esa batuta, no es posible permanecer dirigiendo más de treinta minutos cualquier partitura. De ahí que sus conciertos se limiten a repertorios breves, como 'Eres alta y delgada como tu madré, morená, saladá', o «Dónde están las llaves Matarile, rile, rile, dónde están las llaves matarile, rile rón, chimpón.» Y aún así, el agotamiento resulta brutal.
Si la Orquesta Sinfónica de Badajoz le consigue a su director una batuta flexible, grácil y ligera, el Von Karajan español con residencia en Portugal, responderá a la juez. En caso contrario, y con toda la razón del mundo, se mantendrá en silencio disfrutando, como todo español honesto y decente, como todo artista aplastado por el peso de su batuta, del ocio y el descanso.
Menos preguntas y más humanidad, Señoría.