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El astrolabioBieito Rubido

La tragedia del tren

Ahora que Cuba está en el último estertor del comunismo, convendría recordar lo que me comentó una veterana comunista arrepentida: «En Cuba comenzamos dando gratis el transporte y acabamos pasando hambre»

Actualizada 01:30

Volvamos al tren, que sobre Díaz Ayuso y Sánchez tiene el lector un buen surtido de opiniones. Es la ventaja de ser de los últimos en escribir. Volvamos al tren porque es la mejor demostración del deterioro de la España destruida por Sánchez en los últimos años. El ministro Puente, ese que gasta nuestro dinero para saber lo que opinan de él los periodistas, trata ahora de echarle la culpa al Gobierno anterior por no invertir en el mantenimiento de la red. Como siempre, una disculpa de mal pagador. Seguro que si analizamos el problema encontraremos muchas aristas diferentes. Nada es blanco y negro. El tren es un transporte muy popular en España y ahora mismo lo utilizan 31 millones de personas al año, cuando hace apenas una década era tan sólo 21 millones los pasajeros. Es un dato relevante, pero no justifica, ni siquiera explica, el deterioro creciente del transporte por ferrocarril.

El AVE que Magdalena Álvarez prometía que llegaría a Galicia en 2012 llegó anteayer. Los trenes que no entraban por los túneles los contrataron los gestores socialistas. La falta de mantenimiento de los últimos seis años es responsabilidad del Ministerio de Fomento, convertido en el epicentro de la corrupción que ahora salpica al PSOE, tras la impostura moral de aprovecharse de una pandemia que tenía a España entera acogotada en casa. El tren a Extremadura es una broma.

Haría bien Puente en dejar de pagar con nuestro dinero a esa empresa que lee artículos como este y se centrara en hacer un replanteamiento global de algo que funcionaba de maravilla hasta que llegaron ellos: el tren.

Echarle la culpa al pasado puede servirle al ministro en su fuero interno, pero no a los ciudadanos que desean consumir un buen servicio público. Tal vez, entre los muchos errores, ha estado la gratuidad de algunos viajes. Ahora que Cuba está en el último estertor del comunismo, convendría recordar lo que me comentó una veterana comunista arrepentida: «En Cuba comenzamos dando gratis el transporte y acabamos pasando hambre». Lo más notable de cualquier Estado del bienestar es que sea sostenible y este Gobierno se encuentra en las antípodas de esa filosofía. Son unos aventureros, sin más proyecto que mantenerse en sus poltronas.

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