El escopetazo
Tenía 106 años, comía y bebía mediante sondas que le aplicaban en el sector de Paliativos del hospital. Su vida se resumía en sus ojos abiertos y una mirada infinita de hastío. Falleció, lógicamente. Y el hijo menor, que había cumplido 80 años, resumió el trance de esta manera: «Nos ha sorprendido su muerte. No la esperábamos. Ha sido como un escopetazo».
Leo que todos los políticos de izquierdas y ultraizquierdas en España, sabían lo de Errejón. Los políticos y los periodistas del pesebre. Yolanda Díaz lo sabía y nada dijo. Ahora se encarama en la atalaya de la sospecha y dice que había ordenado su seguimiento y una investigación. Se sabía en Sumar, en Más Madrid, en Más País, en Podemos, en el Ministerio de Igualdad. Todos lo sabían y callaron. Y lo sabían en el PSOE y en La Moncloa. Era tan obvio, que lo sabía hasta Marisú. Ahora se muestran escandalizados. Podemos no se formó para hacer política. Podemos es la consecuencia de un juvenil deseo de seducción femenina. Pablo Iglesias se acostó con todas las que pudo. Cuando se cansaba de una la enviaba al gallinero, detrás de una columna. Invitaba a las chicas en la discoteca a refrescarse con él en los cuartos de baño. Y Errejón, antes de saltar al partido de Yolanda Díaz, ya había dejado en Podemos huellas de su irresistible atractivo, superior al de Paul Newman y Robert de Niro. En su autoconfesión de corte estalinista, ha reconocido que estaba en tratamiento por su adicción sexual y un exceso de ingestión de sustancias. Extraña tanta sinceridad de golpe. Todos sabían que, amparados en su poder político, muchos dirigentes de las izquierdas estalinistas que co-gobiernan España eran adictos al sexo, esnifadores, sátiros, puteros y celestinas. Pero lo tapaban hasta que una de las chicas ha decidido hablar y denunciar a Errejón. Y ahora, todos los que lo sabían y callaban, se manifiestan indignados. Vamos, vamos, vamos. Sucede que el sanchismo, de la que es vicepresidenta la dirigente de Sumar, ha decidido desviar la atención de la ciudadanía con una noticia que no era novedad para sus huestes. La imputación de Gómez, el caso 'Koldo', el 'número 1', Aldama, Ábalos, Barrabés, Air Europa, el Instituto de Empresa, el hermano 'Mozart'...
Y ha saltado lo de Errejón, que es más llamativo, y al que no se le puede culpar hasta que no se demuestre que sus propias palabras se confirmen ante el juez. El momento de divulgar y ordenar al protagonista de la hipocresía y la indecencia el reconocimiento de sus culpas, se ha elegido con precisión de relojero suizo. Todo, menos que los medios de comunicación libres sigan dando el coñazo con Begoña. Pero la autoconfesión, convierte este caso en imparable. Curioso. Errejón no ha supuestamente delinquido como comunista. Lo ha hecho como neoliberal. Los neoliberales tienen más ardiente el pito que los comunistas de Sumar y Podemos, y él se había acostumbrado al ambiente neoliberal. Pero ya está tocado y hundido para siempre. Como lo estará Yolanda Díaz, que nadie entiende que no haya dimitido todavía. Rubia de bote vacía de mente, adiós, adeu, agur, good bye.
Pero que nadie, de los que no pertenecen a la banda, se engañe. Errejón ya había hecho muchas de las suyas, y las coincidencias apuntan a que éste era el momento de su caída. —Bego, mañana van a hablar más de Errejón que de nosotros—; —qué buena noticia, Pitpit—.
Y el íntimo, Pablo Iglesias, ha manifestado que no le ha sorprendido nada lo de Errejón. Está claro. Eran íntimos amigos hasta la ruptura partidista. Tampoco a Errejón le sorprendería un acoso de Pablo Iglesias. La diferencia es que Pablo es mucho más cobarde que Íñigo. Lo demostró en el programa '59 segundos' de TVE, dirigido por la periodista de confianza de Sánchez, Gemma Nierga. Llevaron al panel de adictos, como conejo de indias, a Macarena Olona. Macarena Olona es un peso pesado. Se cargó en dos líneas a Anasagasti, al que había perdido la pista. Y fulminó a Pablo Iglesias, el maestro de Errejón. «Es usted un pirómano de la democracia. Usted decía que le emocionaba cuando, en una manifestación, pateaban a un policía. Lo que le sobra es lengua para criticar a los policías, pero le faltan huevos para ser como ellos». Y el del chalé neoliberal de Galapagar no supo responder. Callado, como en el caso Errejón, el caso Begoña, el caso del 'número 1', el caso de Venezuela y el caso de su fracaso.
Ellos son así. Pero no desvíen, queridos lectores de El Debate, la atención. Intentan que nos olvidemos de lo fundamental. La corrupción del Sanchismo. Yoli, di algo, por favor. ¡Qué escopetazo!