La orden no se espera
Los militares, acuartelados, se miraban los unos a los otros con estupor. ¿Por qué no nos permiten actuar? Que se lo pregunten a doña Margarita Robles y al cínico fantasma que preside el Gobierno
El día en el que la coleccionista de cátedras, influencias y ridículos compareció ante el juez en los Juzgados de la Plaza de Castilla, Marlasca vació Madrid de efectivos policiales, y ordenó que más de doscientos agentes de la Policía Nacional custodiaran a la imputada y presumible delincuente durante el trayecto, estancia y retorno a La Moncloa de la chica en cuestión. La Policía acordonó el edificio, y ella disfrutó del privilegio de acceder a los juzgados por el garaje. El mismo número de agentes del Orden Público serán utilizados próximamente cuando la misma mujer acuda a declarar ante Su Señoría por la imputación de dos nuevos delitos, a finales de este gris y tremendo mes de noviembre.
Las Fuerzas Armadas estaban preparadas y dispuestas para acudir a Valencia y demás localidades arrastradas por el agua, enfangadas y sin esperanzas, pero no obtuvieron la orden que permitía su movilización. Sólo la UME fue autorizada, con algo más de 1.000 efectivos. Volvieron a solicitar el permiso, y les fue negado. Cuando escribo, quizá, habrán autorizado su desplazamiento a los rincones del horror. Los militares, acuartelados, se miraban los unos a los otros con estupor. ¿Por qué no nos permiten actuar? Que se lo pregunten a doña Margarita Robles y al cínico fantasma que preside el Gobierno. Leo que una compañía de Boinas Verdes, que hacía prácticas en las cercanías, sin aguardar la autorización política, se sumó al rescate de bienes y cadáveres, y a la ardua labor de abrir caminos enfangados en los pueblos afligidos. Los militares no han actuado hasta el momento porque el Gobierno les ha impedido incorporarse a las labores de salvamento. Los militares de Tierra, Mar y Aire están preparados para actuar en situaciones de emergencia nacional. Y además, para impedir el saqueo de los comercios abandonados, el pillaje de los desaprensivos. Años atrás, este tipo de acciones no se producían, pero en España viven ahora los que ayer se mantenían en sus países de origen, y nos han traído sus costumbres.
No, mil valientes de la UME no son suficientes para ayudar a su gente y a sus pueblos. Son imprescindibles 5.000 militares más, y si suman 10.000, mejor. Todavía hay centenares de cadáveres perdidos. Pero el plan es tan cruel como pérfido. Responsabilizar del desastre al Gobierno autonómico de Valencia. Cargar las culpas a su ineficacia y, finalmente, usar todos los poderes del Estado para demostrar que la eficacia estaba en el Gobierno de España y no en el autonómico de Valencia. El Ejército está preparado para la Guerra y para la Paz, con mayúscula una y otra. El prestigio de las Fuerzas Armadas españolas en el mundo, como fruto de sus brillantes y constantes misiones y presencias es incuestionable. Pero este Gobierno tiene podrido su baremo de prioridades. –De acuerdo, que vayan más militares, cuando señalemos a Mazón como el culpable de la confusión y la catástrofe–. Entretanto, los cadáveres siguen apareciendo, no hay agua, ni luz, y los productos que se vendían en tiendas y supermercados están en las despensas de los que ahora viven aquí y antaño en sus países de origen. Y para impedir el pillaje, también está el Ejército.
Los militares no han estado en los momentos cruciales del desastre, porque no se lo han permitido. No han salvado vidas, porque no se lo han permitido. No han limpiado las localidades enfangadas porque no se lo han permitido. No han custodiado los bienes de las víctimas, porque no se lo han permitido. ¿Para qué sirven los militares?, se preguntan los profesionales de la confusión en las redes sociales. Pues sirven para ayudar y defender a los españoles. Sirven para socorrernos y mejorar nuestra angustia. Sirven para morir por nosotros. El Rey ha enviado a parte de la Guardia Real a las zonas catastróficas. De no recibir la autorización, es de esperar que los Generales y Almirantes hagan lo mismo. Para ayudar a España no se necesita una orden de la anti-España.