Valientes con Orbán, cobardes con Sánchez
Si Orbán hubiera hecho la ley de amnistía de Sánchez, lo habrían crucificado, pero como el autor es un socialista, no pasa nada, como con el resto de los desmanes de Sánchez
Valientes con los dictadores muertos, cobardes con los vivos, es una valoración que muchos hemos hecho para denunciar las contradicciones del Gobierno de Sánchez. Que combate ardorosamente a Franco, pero no mueve un dedo y mira para otro lado con el dictador Maduro. Pues algo parecido pasa con Europa, cuando de denunciar ataques al Estado de derecho y a los principios democráticos se trata. Muy valientes con Orbán, muy cobardes con Sánchez.
La valentía y la cobardía están por supuesto directamente relacionadas con la ideología. En otras palabras, que si Orbán hubiera hecho la ley de amnistía de Sánchez, lo habrían crucificado, aún más, quiero decir. Pero como el autor es un socialista, pasa lo que pasa: nada. Ya lo he recordado alguna otra vez: el informe de la Comisión de Venecia legitimó la ley de amnistía, con críticas formales, pero sin cuestionamiento del escándalo central, el de un Gobierno amnistiando a sus propios socios a cambio de la investidura. Es una de las pocas cosas en las que Bolaños ha dicho la verdad.
Pedro Sánchez acumula ataques a los principios democráticos y al Estado de derecho suficientes para que las instituciones europeas adopten duras posiciones. Lo último es la ley Begoña, pero antes hemos tenido la ley de amnistía, los graves casos de corrupción y las maniobras del Gobierno para taparlos, la imputación del fiscal general acusado de cometer delitos para atacar a una presidenta de Comunidad, varios casos de nepotismo, ataques constantes de los miembros del Gobierno a los medios de comunicación críticos, y también a los jueces y a los tribunales, nombramiento de personas estrechamente vinculadas al PSOE para el Tribunal Constitucional, etc. Aún más, persisten los ataques a los derechos fundamentales de los ciudadanos en comunidades como Cataluña o País Vasco, con incumplimientos sistemáticos de sentencias sobre el español en la enseñanza, agresiones a los símbolos nacionales, mensajes racistas, etc.
¿Dónde está la movilización de las instituciones europeas contra todos esos desmanes? No está, y no sé si se le espera. Porque si uno lee, por ejemplo, el informe que aprobó el Parlamento Europeo en 2022 contra Hungría y su ataque a los valores centrales de la Unión, una buena parte de su contenido es perfectamente aplicable a la España de Sánchez. Tanto en lo que se refiere al poder judicial, como a la corrupción y los conflictos de intereses, como a la libertad de expresión y el pluralismo mediático, como al derecho al igual trato, por ejemplo, en Cataluña y País Vasco.
El informe en cuestión fue dirigido por una europarlamentaria de extrema izquierda, la francesa Gwendoline Delbos-Corfield, de Europa Ecología-Los Verdes. Que es algo así como una parlamentaria de la Reagrupación Nacional de Le Pen redactando un Informe sobre la España de Pedro Sánchez. Pero eso no ocurre, claro está, tampoco un informe redactado por alguien de los populares europeos. Ni por nadie. Porque Sánchez es socialista, y Europa es muy valiente con Orbán, pero muy cobarde con la izquierda.