Curioso, muy curioso (y es en lo que ya estamos)
En el año 2007, en algún lugar del mundo, un presidente ya ordenó que el Estado pasase a controlar la compañía telefónica privada de su país por ser «estratégica»
Diciembre de 2023. Sánchez explica el motivo por el que ha ordenado a la SEPI entrar en Telefónica con un desembolso de 2.300 millones a fin de que la multinacional española, privatizada en 1997, pase a ser controlada por el Estado. Lo hace en una entrevista concedida a la radio de La Vanguardia (único medio que no es de izquierdas al que atiende, por ser catalán, y, por tanto, superior). El presidente así su toma de Telefónica: «La operación es estratégica. Tiene que ver con la transformación digital y con que las telecomunicaciones están ahora íntimamente conectadas con la seguridad, la defensa, la ciberseguridad y el desarrollo de toda la economía digital».
Ayer, en un fin de semana de enero que se presumía aburrido, completó el asalto del Estado, cargándose al presidente de Telefónica para colocar al frente a un directivo de la órbita del PSC y crear un enorme conglomerado, fusionándola con Indra.
Y ahora vamos con algo curioso, muy curioso. En 2007, y también en un mes de enero, un político del otro lado del mundo, que acababa de ganar las elecciones, anuncia en su toma de posesión su primera medida: «La Cantv nacionalícese. La nación debe recuperar la propiedad de los medios estratégicos de soberanía, seguridad y defensa». ¿Y qué es la Cantv? Pues la gran compañía venezolana de telefonía y telecomunicaciones, que había sido privatizada en 1991 y que ahora volvía a manos del Estado por obra del Gobierno de Chávez
Fascinante: salvando las formas histriónicas del comandante, lo que acaba de culminar Sánchez en Telefónica es exactamente igual a lo que hizo Hugo Chávez en Venezuela cuando iba avanzando en lo que acabaría siendo una férrea dictadura socialista.
Telefónica fue creada por el Estado en 1924, durante la dictablanda de Primo, gozando del monopolio de la telefonía. La Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV) nació seis años más tarde, cuando el Gobierno de Caracas otorgó una licencia de telefonía a tres comerciantes. En 1953, Cantv fue comprada por el Estado y en 1991 se privatizó de nuevo. En 1997, Aznar, nuestro único presidente un poco liberal, hizo lo propio con Telefónica y se convirtió en una compañía privada... hasta que llegó Sánchez.
Chávez gobernó Venezuela desde 1999 hasta su muerte en 2013. Pero en 2002 se llevó un enorme susto, con un levantamiento de militares y opositores que lo depuso momentáneamente. A partir de ahí tuvo algo muy claro: para garantizarse el poder tenía que ir ocupando todas las esferas de la vida pública, nada debía quedar fuera de su control. Para ello existían tres piezas básicas: hacerse con los órganos judiciales, para crear una nueva legalidad a su medida; cercenar la libertad de crítica de los medios de comunicación y controlar las compañías «estratégicas».
En esa línea de pensamiento, Chávez toma en enero de 2007 Cantv y su filial de móviles Movilnet. El accionista de referencia de Cantv era la firma estadounidense Verizon Communications (28,5 %), nuestra Telefónica poseía un 6,9 % y el Estado venezolano, un 6,5 %. Chávez anunció que la nacionalizaba y acto seguido llegó a un acuerdo con Verizon, por el que se hacía con su parte por 572 millones de dólares.
El siguiente paso también es idéntico al de Sánchez: Chávez cambia al presidente de la compañía. Aunque lo hace a su estilo folclórico, anunciándolo en su maratoniano show Aló Presidente con una regañina en directo a su ministro de Telecomunicaciones: «¿Tengo que ir yo mismo allá? No puede pasar un mes, o dos meses, tienen que actuar, ya yo di la instrucción. Llame usted a los jefes esos y vamos a nombrar una directiva nueva. Esa es una de las primeras leyes que ya debe estar redactada. A lo mejor son tres artículos y listo».
Sánchez, que es más fino, lo ha hecho llamando a Pallete a Moncloa en una tarde de viernes para que su fontanero de asuntos económicos le traslade que ha sido cesado. Chávez era más sincero que Sánchez: «Cantv era una empresa capitalista privada y ahora es capitalista de Estado. Pero vamos a la empresa socialista. No es fácil, pero allá vamos». En España nuestro proyecto de autócrata está en ello, pero todo se lleva a cabo de una manera más sibilina, y, por tanto, quizá incluso más efectiva.
Vivimos en la mejor de las democracias posibles. El fiscal general del Estado pende de un hilo y para acabar de cerrar las pruebas que lo cercan en el caso de guerra sucia política son claves los datos de sus llamadas, que posee Telefónica. ¿Y de quién depende el fiscal? Pues eso. ¿Y de quién depende ahora Telefónica? Pues eso. ¿Y va a facilitar Sánchez las pruebas de la guerra sucia que ha ordenado a su fámulo Ortiz? Pues eso.
Vamos por el libro de Chávez. Y empieza a dar bastante miedo.