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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El socialismo sanchista visto desde el bar

Aquel tipo que deambulaba tristón por el café era el amigo del gran jefe que casi logró cargarse Correos tras un dedazo del líder. Y todo es así…

Actualizada 01:30

Llevaba un par de días viéndolo en esa bulliciosa pastelería de la glorieta de Quevedo, cercana al periódico, donde bajamos a diario a coger un café. Un cincuentón más alto que bajo, ataviado de parka y corbata, de rostro redondeado, pelo castaño en flequillo corto y unos ojos tristones, como los de algunos canes mansurrones de montaña. «Yo a este tío lo conozco de algo», me decía, mientras lo veía deambular por el local con porte alicaído.

La tercera vez que lo vi reparé ya en la razón por la que me sonaba su cara. Se trataba del fenómeno que casi se carga Correos, tras ser colocado al frente de la compañía por Sánchez por un único mérito: eran amiguetes. El hombre había tenido la fidelidad de apoyar a Pedro cuando se lo cepillaron en 2016 y se había convertido en su jefe de gabinete en Ferraz. Así que en julio de 2018 le dio un premio gordo: lo enchufó como presidente de Correos.

El amiguete carecía de un currículo que justificase ponerlo al frente de una compañía con 50.000 empleados. Pero tenía lo que ahora se requiere: vitola de coleguita de Sánchez. Enchufe trifásico al canto y a disfrutar.

Digamos que la operación no salió demasiado bien. En cinco años al frente de Correos, el amiguete logró meterle a la compañía un pufo de 1.200 millones y su cuota de mercado se desplomó desde el 71 % a un 26,6 %. Mientras destrozaba la empresa, el amiguete se embolsó en ella un millón de euros, justo premio a tan magnífico desempeño.

El recital alcanzó tal dimensión que hasta dos botafumeiros del Gobierno socialista, UGT y Comisiones, lo calificaron como «el peor presidente de la historia de Correos».

No entiendo por qué al hombre se lo ve tan tristón en el café, porque nada más salir de Correos en diciembre de 2023, un nuevo dedazo de Sánchez le regaló al instante otra poltrona. Lo repescó al frente de la SEITT, sociedad estatal que gestiona autopistas rescatadas, donde es difícil que rompa nada. Allí percibe un sueldo de 160.000 euros, que dado que es tan socialista, le da para que nos invite al café todos los días a mí y a mi amigo Adolfo, con quien suelo bajar.

Lo que he contado es una parábola de cómo concibe Sánchez la intervención del Estado en la economía. Los criterios son tres: 1.— Intervencionismo a saco, acorde al dirigismo socialista. 2.— Motivación partidista. 3.— El puesto de mando debe ocuparlo algún peón próximo a las siglas, o un amigote.

Esta manera de entender la economía ha alcanzado su cenit con el asalto a Telefónica por parte del Estado, culminada este sábado. Pallete fue llamado a la Moncloa el viernes para informarle allí de que se lo ventilaban. ¡Viva el libre mercado! Una compañía que había sido privatizada en 1997 es mangoneada 27 años después por el Estado, con el aspirante a autócrata convertido en el controlador supremo de un importantísimo conglomerado tecnológico y de comunicación por el que pasamos casi todos. Le permitirá radiografiar nuestra intimidad y operar como un importante actor en el mercado publicitario (y mediático). Si completa su plan de fusionar Telefónica e Indra, que entre otras cosas recuenta los votos, tendremos una compañía estatal gigantesca —comunicaciones y defensa— para remar para la causa «progresista» y colocar amiguetes. Si me permiten una chufla, el gigante daría hasta para sufragar nuevas cátedras extraordinarias e incorporar politonos compuestos por el Maestro Azagra a todos los móviles de Movistar.

No engañan a nadie. El socialismo es así: brasa fiscal máxima, igualación a la baja (salvo para los jerarcas del partido y los amigos), pezuña intrusiva del Gobierno hasta en la sopa y control de la sociedad a través de la economía y la propaganda. Añádase el intento de acogotar a jueces y periodistas y la sumisión completa del TC a la Presidencia del Gobierno y ya tenemos completo el modelo Xi Sanchín. El TC es Sánchez, el CIS es Sánchez, RTVE es Sánchez, Telefónica es Sánchez, Indra es Sánchez, la Fiscalía corrupta es Sánchez, la Agencia Efe es Sánchez... La regeneración democrática avanza.

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