Kfir, Ariel y la Takiyya
En cuanto a Gaza, el presidente Donald Trump lleva razón, debieran ser reconducidos a Egipto y Cisjordania, que es la verdadera Palestina; por otro lado, es un hecho que ellos ni quieren ser palestinos ni tener un país
A los que todavía son ingenuos, o se hacen los candorosos, y que el grupo terrorista Hamás se les ocurre tan amable y crédulo que, miren ustedes, observen atentamente de qué manera tan atildada entregó a esas cuatro mujeres rehenes, uniformadas, gorditas, en apariencia sanas, sonrientes, hasta llevaban en sus manos bolsas conteniendo souvenirs. Vamos, como si hubieran asistido a un demorado desfile Chanel, a pesar de que ninguna de las jóvenes, soldados que cumplían edad militar se hallaba en el momento en que fueron secuestradas en ejercicios militares, pues los vídeos muestran que se las llevaron vestidas de civil y sus ropas ensangrentadas a consecuencia de los maltratos violentos y las violaciones.
Antes de ser entregadas a la infame Cruz Roja Internacional –pareciera sirviera de Uber a los terroristas– estas jóvenes cuando fueron apresadas, violadas, torturadas, durante más de dos años no vieron la luz del sol encerradas en uno de esos túneles militares construidos con el apoyo de la UNRWA (donaciones a Gaza, o sea, de nuestros impuestos), debieron subir a un estrado, con unos afiches gigantes ubicados a sus espaldas llenos de consignas escritos en árabe, debieron alzar las manos, hacer gestos afectuosos hacia un pueblo uniformado con los atuendos de Hamás, enmascarados. Lo que es peor, un pueblo que se dirigía a ellas de manera injuriosa y vejatoria.
Los que conocen cómo se manejan estos islamo-comunistas saben que todo esto no es más que parte de un teatro malévolo, pertenece a la estrategia, conforma la continuidad de las torturas, cuyas secuelas acompañarán de por vida a estas jóvenes. El nivel de horror resulta inenarrable, una de las psicólogas que ha tratado a rehenes anteriores contaba hace poco en Europe1 que, además de las violaciones, las golpeaduras constantes, la privación de alimentación durante días y semanas, las mujeres fueron marcadas con hierro candente, quemadas en partes íntimas de su cuerpo, los latigazos en sus partes íntimas eran también muy frecuentes… Que tipas como Irene Montero, Ione Belarra, en España, Rima Hassan, Manon Aubry, en Francia, entre otras políticas del Averno, no sólo se nieguen a condenar esos horrores, además los aprueben y apoyen a los salvajes que los perpetran, basándose en la takkiya, la mentira, resulta ignominioso; no debieran continuar ni un minuto más en las esferas del poder social y político.
Hace algún tiempo, en medio de una conversación sobre las costumbres árabes, una mujer saudí comentaba que Occidente tenía muchos defectos, pero el mayor era que se aferraba a una única opción como prospección de análisis: la verdad; que en cambio, los árabes desde niños eran educados por sus progenitores y en las escuelas coránicas mediante el precepto muy necesario para ellos de que más que la verdad, es la mentira lo que de verdad importa, la takkiya, que debiera ser observada y respetada como fundamentación moral principal. En el diccionario común de los estúpidos, Wikimierda, se encontrará un significado edulcorado: «… es un engaño o negación preventiva de creencias y prácticas religiosas. Generalmente, taqiyya es la acción de cometer un acto pecaminoso (como fingir incredulidad) con un objetivo piadoso».
Desde su más tierna edad a los niños los educan pues en la takiyya, o sea, en la mentira, ¿en la mentira piadosa según el diccionario de los imbéciles? Lo que importa no es decir la verdad, sino simular y mentir. Es lo que habrán tratado de hacer con Ariel y Kfir Bibas, los dos niños rehenes, un bebé de apenas nueve meses, su hermano de tres años y poco más, embutirles la mente. Su madre, Shiri Bibas, seguramente intentó impedirlo, pero tampoco está en condiciones de evitarlo, al padre, Yarden, lo han mantenido separado. Esos dos pequeños han vivido el mayor tiempo de sus vidas bajo el bestial secuestro terrorista con la complicidad de los gazatíes. Nada se sabe de las condiciones actuales de sus vidas, sólo que forman parte de la nueva lista de rehenes a intercambiar por terroristas encarcelados en Israel.
La crueldad de hacer esperar a las familias, en especial a la familia Bibas, y al mundo, pendientes todos de su suerte, se hace cada día más patente e imperdonable. En la hora en la que escribo estas palabras, mientras rezo mentalmente por ellos, nada sabemos de si se hallan vivos o no, dado que algunos en esa lista no lo están. La experta que habló en Europe1 anunció que sería muy difícil que esos dos niños hubieran sobrevivido. Tengo esperanzas en que se haya equivocado, confío en la fuerza de una madre israelí, si es que ella no ha sucumbido… Mientras tanto rezo, invoco por ese milagro, ruego por su regreso, que debiera ser inmediato.
En ese aspecto, debo subrayarlo, no creo que la negociación haya sido justa ni llevada a cabo con la firmeza suficiente, porque de lo que sí estoy convencida es que esa gente cuya alma es de color hormiga tardarán en entregar a esos niños, puesto que son conscientes de que constituyen su mayor botín.
En cuanto a Gaza, el presidente Donald Trump lleva razón, debieran ser reconducidos a Egipto y Cisjordania, que es la verdadera Palestina; por otro lado, es un hecho que ellos ni quieren ser palestinos ni tener un país. No cesarán de convertirse en terroristas con la misma facilidad en la que se transforman en un pueblo «masacrado y hambriento», que ahora mismo nadie puede verlo por ninguna parte, porque todo lo que se percibe son gente muy alegre, uniformada, armada, que no vacila en disparar a la cabeza de quienes se les enfrenta. Sí, que se marchen con su Pallywood a otra parte. Por cierto, ¿por qué ninguno de esos países árabes los idolatra y los quiere en sus predios, empezando por Catar…?