Carta al difunto Sumo Pontífice de un católico de a pie
He procurado seguir las enseñanzas de mis mayores y, como pecador, creo haberlo hecho con un éxito muy modesto. En todo caso sin ningún desdoro. Y cuando me ha costado entender las nuevas formas del Papa he puesto mi desconcierto en manos de Dios para que me ayude a reafirmar mi fidelidad
Santidad: La Iglesia Católica, es decir, la Iglesia universal, está de luto por la muerte de su Sumo Pontífice, Francisco, al que no le gustaba tener un título como ése y por eso no lo usaba apenas. Quienes nacimos y fuimos educados en el seno de la Iglesia quizá nos hayamos sentido un poco desconcertados durante Vuestro pontificado. Uno de los primeros dogmas que se nos enseñó cuando estudiábamos el Catecismo de la Santa Madre Iglesia es la autoridad suprema del Papa. Y al menos yo he intentado cumplir con la Doctrina que me enseñaron a lo largo de los años las instituciones católicas en las que fui formado: los Hermanos de las Escuelas Cristianas (vulgo, de La Salle), los Benedictinos y finalmente la Universidad de Navarra, donde hice toda mi carrera. En todos ellos se me inculcó la obediencia debida al magisterio del Santo Padre.
Santidad, he procurado seguir las enseñanzas de mis mayores y, como pecador, creo haberlo hecho con un éxito muy modesto. En todo caso sin ningún desdoro. Y cuando me ha costado entender las nuevas formas del Papa he puesto mi desconcierto en manos de Dios para que me ayude a reafirmar mi fidelidad al Santo Padre. Y esto, en los últimos años, ha ocurrido mucho más de lo que me hubiera gustado. Pero, si eres católico, sabes cuál es la luz que te guía.
Santo Padre, hay gestos de humildad que a mí me resultan desconcertantes. Renunciar a los apartamentos papales para vivir en Santa Marta, sin duda quiere transmitir que el Papa es un obispo más; como alguna de las formas en que se aligera el protocolo funerario que veremos en los próximos días. Pero ¿de verdad la Iglesia tiene al frente a «un obispo más» aunque sea el de Roma? Este católico, a ratos confuso, se pregunta si rechazar el ceremonial tradicional de las exequias de los Pontífices, como gesto de humildad, no puede ser interpretado al revés: ser el primer Papa que se va a diferenciar de todos sus predecesores. También es verdad que san Juan Pablo II fue el primero en renunciar a la Silla Gestatoria, pero no es menos cierto que eso fue una disposición sobre lo que él iba a hacer durante su pontificado, no sobre lo que otros debieran hacer a su muerte.
Santidad, lo primero que me vino a la cabeza al conocer la noticia de vuestra defunción fue la Misa del Domingo de Resurrección en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles en Las Condes, Santiago de Chile. El sacerdote pidió con intensidad por la salud del Papa y a mí me pareció un poco excesivo, creyendo que ya estábamos en otra etapa. Nunca sabemos cuál es la voluntad de Dios.
Santo Padre, la enorme cantidad de elogios a Vuestro pontificado sin duda muestran un éxito en la labor realizada. Y es por ello por lo que los católicos tenemos una enorme deuda con el Papa que nos acaba de dejar camino del Cielo. Pero creo que también es justo preguntarse por las muchas alabanzas que le llegan de personalidades notoriamente alejadas de la Iglesia y su Doctrina. ¿Habrá servido este Pontificado para acercar al seno de la Iglesia a algunos de los que fueron más críticos con los papados de san Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Ha incidido Francisco en el corazón de algunos de los que sorprendentemente salieron a elogiarlo nada más conocerse su muerte? Dios quiera que lo veamos.
Gracias, Santo Padre.