Pedro Sánchez y Francisco Franco
El PSOE sanchista ha conseguido lo inimaginable: que quien se puede acoger a la Constitución es la Fundación Nacional Francisco Franco y quien la viola es el Partido Socialista Obrero Español
Algo muy grave ocurre en nuestra democracia cuando los letrados del Senado detectan que una proposición de Ley del PSOE que pretende modificar el derecho de asociación para ilegalizar instituciones como la Fundación Francisco Franco es ilegal. Y lo es porque atenta contra cinco derechos fundamentales recogidos en la Carta Magna. Es decir, el PSOE sanchista ha conseguido lo inimaginable: que quien se puede acoger a la Constitución es la Fundación Nacional Francisco Franco y quien la viola es el Partido Socialista Obrero Español. Verdaderamente insuperable. Y esto según los letrados del Senado, que son un cuerpo profesional sin una adscripción ideológica concreta.
Esta proposición de ley flagrantemente inconstitucional según los letrados del Senado ha sido aprobada en el Congreso de los Diputados con la vergonzosa abstención del Partido Popular. Tampoco hubiera sido rechazada si el PP hubiera votado en contra. Pero de lo que se trata es de defender las libertades que esta ley quiere cercenar. Y sí, hablar de Franco para alabar, criticar o juzgar como se estime oportuno es una libertad fundamental recogida en nuestra Constitución. Y en cualquier democracia digna de ese nombre.
Todo parece indicar que en el Senado el PP va a vetar la ley. Eso va a servir para bloquear durante dos meses la aprobación final de la proposición de ley que debe volver al Congreso de los Diputados. El veto sólo puede decaer por una mayoría absoluta en la Cámara Baja. Que con toda probabilidad se logrará. Aunque en el desmorone parlamentario que vivimos, también podría ocurrir que cualquier partido de la «mayoría de progreso», hasta Podemos, tenga un rasgo de lucidez y decida defender la libertad de expresión como un pilar básico de la democracia.
En última instancia supongo que se cuestionará la inconstitucionalidad de la ley ante el jardín de Cándido Conde-Pumpido. Y habrá que ver con qué armas jurídicas son capaces de desmontar los sólidos argumentos de los letrados del Senado, que no son exactamente unos picapleitos de extrema derecha. Pero ya sabemos que a estas alturas a Sánchez y su entorno le da igual ocho que ochenta. Sigue agitando el espectro de Francisco Franco porque necesita que se hable de cualquier cosa menos de su catastrófica gestión de Gobierno. El verdadero problema de España para Sánchez es un español que murió hace casi medio siglo. Y hay que prohibir que nadie hable de él. Porque el objetivo último es que las nuevas generaciones se crean que Franco era como Adolfo Hitler. O peor, porque se murió en la cama sin que nadie lo derrocara.