Cartas al director
La ínsula de Pedro Sánchez
Hay que reconocer que si algo tiene de mérito nuestro presidente por sorpresa y de asalto constitucional, Pedro Sánchez, es su imaginación infinita. Después de dedicarse a enviar cartas personales con nocturnidad y alevosía (al pueblo español, ignorante de sus fechorías), al Rey de Marruecos, contraviniendo su programa electoral y las promesas, totalmente mentirosas, a su propio partido, con el que forma coalición gubernamental y a todo el arco parlamentario en general, pues, no contento de ser una estrella televisiva, viene y le dice a los países de la Unión Europea eso de que España y Portugal deben ser una «isla energética» que recuerda mucho, a todos aquellos que nos encanta leer el Quijote, a lo de la Ínsula Barataria, un buen espejo donde mirarse el narcisista de la Moncloa y, por supuesto, fiel cuadro donde está su viva imagen real. Yo no sé si la lectura del Quijote sigue siendo de obligado cumplimento para nuestros alumnos de la ESO pero, lo que sí estoy totalmente seguro es que, todos y cada uno de los líderes europeos, se han leído la Magna Obra literaria española. Pedro Sánchez, al igual que Sancho Panza, es el «gobernador imaginario» de Cervantes, puro ejercicio de cinismo y cara dura, que ya no engaña a nadie, ni a sus ministras ni ministros y, por supuesto, no le toma el pelo a ningún jefe de Gobierno europeo, los cuales deben de estar hasta el moño de este individuo impresentable. La única isla real en el continente europeo se llama Pedro Sánchez y sus horas políticas están contadas. Hasta la foto se la hacen en última fila y por vergüenza torera.