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Cartas al director

Una simulación absurda

Aun siendo una noticia más que previsible, la destitución de la directora del CNI ha resultado ser un ejercicio de cinismo y de falsa apariencia que sólo convence a Pedro Sánchez y a Margarita Robles o, mejor dicho, solo les «conviene» a ellos. En este sentido yo esperaba una salida a la crisis muy distinta. Por supuesto era obvio que iban a destituir a esa pobre señora, profesional y apolítica, una muy buena funcionaria, que sólo ha hecho su trabajo, es decir, espiar a los responsables políticos de la sedición, a los únicos que no han ido, por ahora, a la cárcel. Es decir, estaba protegiendo la seguridad del Estado frente a sus enemigos. Pero que Margarita Robles, la única del Gobierno en la parte socialista que mantenía un margen de respetabilidad, haya aceptado ser copartícipe de una mentira tan absurda como que «no ha sido destitución sino sustitución» era algo que no lo ha visto venir. Se sabe que es más fácil coger a un mentiroso que a un cojo, pero que una persona que proviene de la más alta magistratura, del propio Tribunal Supremo, haya caído en esa trampa tan grotesca, resulta del todo inaceptable. La señora Robles tiene que dimitir, pero no dimitir para contentar a los separatistas, sino por su traición al sentido común y a la defensa de los intereses nacionales y valores constitucionales. Y, después, una vez dimitida, que caiga el mentiroso compulsivo máximo, bien a través de una moción de censura reconstructiva o, en su caso, forzándole a que presente una moción de confianza, que la tendría más que perdida. Así no se puede continuar.

Julio José Elias Baturones

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