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Cartas al director

Huelga sanitaria

La huelga sanitaria de Madrid estaba cantada. La proximidad de las elecciones autonómicas auguran siempre la llegada de movilizaciones sindicales para desestabilizar a Díaz Ayuso. A la izquierda totalitaria se le ha indigestado el varapalo que la presidenta de Madrid le propinó en las urnas, y está dispuesta a revolcarse por el fango de la obscenidad, articulando artimañas repugnantes para intentar ocupar su puesto. Madrid goza de uno de los mejores servicios sanitarios de España, por lo que resulta sorprendente que las movilizaciones sindicales se centren en esta autonomía. Los datos son incuestionables. Las autonomías que cuentan con un número de médicos por cada 100.000 habitantes inferior a la media comunitaria son: Extremadura, Castilla-La Mancha, Valencia y Andalucía, tres de ellas gobernadas por el PSOE. Por otro lado, el número más alto de pacientes asignados a cada médico de Atención Primaria, lo ostentan Baleares, Extremadura y Aragón, gobernadas igualmente por la izquierda. Resulta desolador que tantos sanitarios con una profesión tan vocacional sucumban a intereses espurios de la política, haciéndoles creer a los ciudadanos que sus movilizaciones tienen como objetivos primordial velar por su salud.

En España, la Sanidad pública detenta un problema estructural de primer orden, pero el Gobierno mira para otro lado. Gastamos un 7 % del PIB en Sanidad, cuando la media en la OCDE es del 10 %, La asignación a la atención primaria está alrededor del 18 %, mientras que en los países de nuestro entorno está alrededor 22 %. A pesar de estos datos los huelguistas se olvidan de exhibir sus pancartas frente al Ministerio de Sanidad.

Al griterío de la ultraizquierda sindical, se suman siempre especímenes del cine y la farándula, alérgicos a las urnas y amantes del partido único. Así se ha mostrado la periodista Maruja Torres, soltando desde las ondas de una cadena del pesebre, una letanía de insultos a Díaz Ayuso a la que ha tildado de «bruja» y a los que la defienden de «monos amaestrados». No sabemos si además de una torpeza, insultar a casi dos millones de madrileños que votaron a Ayuso es consecuencia de su perversión ideológica o solo se trata de un desliz propio de su senilidad.

José Antonio Prieto Solís

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