Cartas al director
Traje a medida
El diccionario de la RAE, ese al que tan poco en cuenta tenemos, dice que malversar es «apropiarse o destinar los caudales públicos a un uso ajeno a su función». En su primera acepción y sin más explicaciones.
Para los que no lo entiendan: que no distingue entre los que malversaron para enriquecimiento personal o para ganancia de familia, allegados y sueños imposibles. Aprovechando la tormenta por la transformación del delito de sedición al de desórdenes públicos agravados, el Gobierno, ya sabemos que empujado, va a abordar el asunto de la malversación aunque diferenciando el castigo en función de que haya o no enriquecimiento personal. Que es una manera de marear la perdiz como otra cualquiera. La reforma comenzó a acelerarse esta semana en el Congreso con la idea de que pueda estar culminada antes de que acabe el mes y así, de una tacada, sacarse de encima dos problemas. Curiosamente, y no hay por qué pensar mal, relacionados ambos con los señoritos de la revolución catalana. Podríamos estar horas discutiendo, sin alcanzar un acuerdo, si una declaración de independencia es un delito o no. Y si lo es de sedición, por muchos incidentes que se produzcan. Y podríamos mirar a nuestro entorno geográfico para ver lo que hacen otros países. Pero indiscutible resulta la malversación, sea para lucro personal o para los de al lado. Porque malversar es defraudar, desfalcar, engañar y apropiarse.
Y robar. Lo mismo tiene, llamémosle como le llamemos. Porque un malversador siempre se favorece de su acción. Siempre. Quieren hacer un traje a medida de sus intereses y tratan de justificar la condena de José Antonio Griñán y otros cargos andaluces con el peregrino argumento de que ni un euro de los cientos de millones que sustrajeron de las arcas públicas fue a sus bolsillos. Pero olvidan que se enriquecieron de otra forma. Beneficiándose al lograr los favores electorales de los subvencionados con los ERE, lo que les permitió ganar y ganar elecciones, que es un enriquecimiento profesional, laboral y económico. Y continuado.