Cartas al director
Solo sí es sí, pero no
Otra vez a vueltas con el tema que interesa.
Dicen que nació esa ley para proteger a las víctimas. Sin embargo, estas se sienten más desprotegidas al ver cómo concede beneficio penitenciario a sus verdugos.
No hay marcha atrás. ¡Es lo que hay, y no se toca!, han dicho los que se ocupan –gobernando– del interés del pueblo.
De nada vale el temor de las que sufrieron violencia, ni la multitud de advertencias previas de los especialistas de distintos ámbitos sobre las consecuencias que traería dicho texto legislativo. El gobierno lo presentó, y sus parlamentarios, socios y afines lo aprobaron.
Dice el presidente que hay que esperar a ver cómo se manifiesta el Supremo. Mientras, curiosamente, el fiscal general se puso manos a la obra de modo inmediato, sin esperar al Supremo ni a nadie.
¿No resulta difícil de creer ahora, a toro pasado, ese interés por el criterio de los juristas?
¿Por qué este tiempo de espera, demorando su corrección?¿Será para mantener el foco en la escena que se rueda?
Intérpretes, tonadas, ropajes...
¿No conviene todo ello para organizar –oculta a las miradas– la tramoya del nuevo acto que se va a representar?
Y, cuando toque, que se haga lo bastante rápido para que dure todavía en el ambiente la melodía del lamento de las víctimas, el regocijo de sus verdugos, y no hayan desaparecido del todo los surcos que labraron las lagrimillas en las mejillas de la del sólo sí es sí.