Cartas al director
La democracia en peligro
Los inconvenientes que arrastramos con la justicia derivan de viejos problemas que nadie quiso remediar. Que los jueces sean conocidos por su ideario político es tan anómalo como si lo fueran los generales del Ejército, y que los políticos de todo signo siempre hayan colocado en los órganos judiciales más importantes a aquellos que mejor se adapten a su ideología, dispuestos a ratificar sus acciones, demuestran que el estado de derecho funciona mal.
El sistema está viciado aunque siempre hayamos confiado en el criterio jurídico independiente de los magistrados, que no siempre se ha cumplido, y tendrá cierto sentido cuando se repartan papeles entre partidos moderados de izquierda y derecha. Pero cuando en un país la radicalidad, el extremismo y el independentismo enajenado tienen el protagonismo que tienen y ejercen tanta influencia en el partido que gobierna, el riesgo adquiere alto voltaje. Por eso tiene tanto peligro aceptar propuestas de esta izquierda en cuanto a la renovación de cargos del CGPJ y del TC, máxime cuando el principal partido del gobierno español asume cada vez más las tesis de sus aliados. Podríamos ver sentados en el Consejo a especímenes como Victoria Rosell o a jueces proclives a ERC entre otros. De sobra sabemos que a un presidente como Sánchez no le importaría lo más mínimo con tal de mantenerse en el cargo con total desprecio a las instituciones y tratando de acaparar toda la supremacía sometiendo a todos los poderes del Estado.
Se ha parado el último ataque del gobierno al Estado de derecho, pero el peligro sigue latente. Seis miembros del TC han contenido la embestida, pero que los cinco del llamado bloque progresista hayan avalado las tesis del gobierno, parece clara muestra de que si el dictadorzuelo Sánchez se hiciera con las riendas del poder judicial que tanto ansía, la democracia en España correría serio peligro.