Cartas al director
La esperanza
Cuando se llega a la crisis tan profunda como la actual en una sociedad, provoca una incertidumbre de inseguridad y se hace necesaria una voz y una figura política que una y trence la vida común de los ciudadanos. Debe tener experiencias elementales y principios de unidad, libertad y concordia. Una persona independiente sin etiquetas ideológicas; ¿de qué manantial puede brotar la fuerza de esa figura, para esa hermosa tarea? Solo desde el corazón de un país que en los peores momentos de crisis debe mantenerse unido en torno a su patrimonio más humano, el valor del afecto que hemos cultivado a lo largo del tiempo a pesar de nuestras legitimas diferencias, un afecto que nos da la vida, un afecto que está en peligro por la irresponsabilidad de unos y la desmemoria de otros.
La vida en común de un pueblo se construye desde el compromiso con el bien y la justicia, con la dignidad y libertad de cada persona, con la amistad limpia cívica y sincera que marque la diferencia entre una nación y una mera reunión de individuos. Necesitamos un líder con valor y esperanza sin intereses y ambiciones personales. Solo lo encontraremos mirando a lo mejor de nuestra sociedad individual y colectiva.
Que afronte con claridad la gran empresa de la reconciliación que se está destruyendo. Por la incapacidad de los líderes de esta hora, no olvidemos que este es el tiempo de todos y de cada uno de nosotros para estar unido si queremos que este gran país funcione con unión libertad y justicia.
¿Encontraremos algún día un líder (hombre o mujer) lo suficientemente preparado que sea capaz de librarnos de los peligros que nos acechan? ¡Lo dudo mucho! Por el desastre que están dejando estos personajillos sin ideas ni principios democráticos, solo quieren vivir de la política sin importarles nada los ciudadanos. Aquí no tenemos muchos políticos, tenemos una barbaridad que no saben nada de nada y pagamos con nuestros impuestos para destruir nuestra gran nación…