Cartas al director
La hora de la recolección
Al Gobierno y su partido se le observa ansioso y excitado por conocer las gavillas de votos que va cosechar el próximo día 28 para su granero de concejales, alcaldes y presidentes autonómicos. Es el gran momento que el «líder mundial» que nos preside está esperando jubiloso. Recibir ese feeckback social que le reconozca tanta buena gestión, tanta foto, tanta pose, tantos viajes en Falcon (cual chico con zapatos nuevos) y tantas regalías semanales como nos anuncia.
Sospecho que la cosecha socialista –a tenor de lo que dice la demoscopia– no va a ser muy buena, y no sólo por la sequía que padecemos, sino porque las urnas van a arrojar todo el malestar que la mayoría de los ciudadanos guardan en su interior. El prepotente jefe monclovita se resiste a aceptar que el español medio es persona informada, formada, tiene memoria, recuerda los hechos y palabras detestables de Su Persona a la par que rechaza sus engaños y falsas promesas. Por si fuera poco, a la cosecha socialista, en la última semana le está cayendo la tormenta con pedrisco del mercadeo de votos en Mojácar y Melilla, lo de Maracena, la agresión de Tenerife…
Y contra la cosecha va algo chocante e incomprensible: que en una campaña municipal y autonómica, Pedro Sánchez – en su arrogante soberbia– se esté dedicando a ningunear a sus barones insinuando que, por sí solos, son incapaces de lograr sus objetivos electorales y que, sin su salvadora presencia en sus mítines, no van a vender una escoba. Sin duda alguna, mejor les hubiera ido «solos que mal acompañados». Y el final es bien sabido: si la cosecha es mala, como pinta, los barones serán exclusivamente los culpables. El jefe, este jefe, jamás se equivoca.