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Cartas al director

Del dóberman al rottweiler

Corría el año 1996 cuando en la campaña de las generales que acabaría ganando Aznar, el PSOE de Felipe González, hoy insignia de la socialdemocracia frente al populismo y sectarismo que Sánchez ha inoculado en el partido, decidieron crear un anuncio en el que se planteaba la llegada al poder de la derecha como una época oscura, gris, como aquel dóberman que atacaba y ladraba sin cesar; casi treinta años después, el PSOE ha pasado del dóberman al rottweiler, y es que Sánchez no ha tenido la deferencia de tomar la palabra para dar voz a toda esa España que, a su juicio, le ha hecho ganador de las elecciones a pesar de quedar en el segundo puesto, paradoja donde las haya, y ha decidido delegar en Óscar Puente, exalcalde de Valladolid, como encargado de replicar al candidato a la investidura con un discurso bronco, chulesco y carente de cualquier atisbo ideológico o argumental, únicamente basado en el ataque. Ante la polémica por esta jugada del césar socialista, no pocos han sido los que han destacado ese tono bronco empleado por el neoportavoz, ante lo que él mismo ha afirmado que «sí, soy un rottweiler»: tremenda afirmación esta, la de un sujeto que no viene a mejorar la vida de la gente, a pesar de lucir el carné socialista entre las fauces, sino a desarrollar una política de tierra quemada, la que lleva a la nada y a la crispación, enorgulleciéndose de sí mismo por tal predisposición a usar los ladridos tantas veces hagan falta en la sede de la soberanía popular.

Raúl Calleja Fuentes

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