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Cartas al director

Ley de gravitación constitucional

Las intervenciones del candidato Sr. Feijóo en los debates para su investidura han elevado, por fin, la vida parlamentaria a niveles estratosféricos desde donde se hallaba sumida... y ello, sin necesidad de montarse en ningún cohete (asunto éste que tan preocupada tiene a doña Yolanda Díaz –muchísimo más, aparentemente, que el de la desesperación de los ciudadanos en sus frustrantes gestiones informáticas con la Administración para obtener los prometidos beneficios del «escudo social»... , el cual parece haberse caído por el suelo en el fragor de otras batallas libradas en Waterloo).

Si, como consideraba Aristóteles, la política constituye una actividad excelsa, el Sr. Feijóo nos ha deleitado estos días con momentos de tal categoría.

Y no ya sólo esgrimiendo argumentos de lo más razonables (lo que supone aire fresco frente a los discursos asfixiantemente demagógicos del «bloque de progreso»), sino con la enunciación de una evidencia podríamos decir que «físico-jurídica»: algo así como la Ley de la Gravitación Constitucional, conforme a la cual se constata limpiamente la verdad irrefutable del peso del Estado social y democrático de derecho y de la unidad de España, y que ni amnistía ni referéndum pueden ignorar, por mucha magia de ingravidez que pretenda el taumaturgo don Pedro Sánchez con trucos cada vez más burdos por los que, como un Houdini desesperado, pasará a los capítulos más bochornosos de nuestra Historia.

Muchas gracias, pues, al dignísimo postulante Sr. Feijóo, que con su rigor y brillantez ha conseguido devolvernos a todos –es de creer que también a sus adversarios– el placer de lo que también Aristóteles denominaba, con un vocablo precioso, «Politeia».

Emilio López

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