Respeto y tolerancia

Palabras que Pedro I, el Mentiroso, lleva en su bandera al igual que todos aquellos que, bien por interés o bien porque aún creen en el lobo, con tal ceguera que ignoran, cual Caperucita, que el lobo lo tienen a su lado, le siguen la corriente; pero si esto se lleva a cabo tan solo con una determinada selección de personas ya no estaríamos hablando de la verdadera definición de dichos términos pues estos llevan implícito la universalidad.

Esto dice Pedrito: si no piensan igual que yo, el desprecio y ninguneo, incluso bloquearlos en las redes es el ritmo a seguir; si en un país sale elegida una persona que no defiende nuestros ideales no iremos a presentarle nuestros respetos, ¡ni siquiera se acompañará al Rey en ese cometido!, faltaría más; si un medio de comunicación no cuenta lo que quiero oír o no me saca mi mejor perfil, tendrá asegurada una propaganda negativa, no se adula a traidores; si…

El endiosamiento (de momento ya te crees un Sísifo capaz de enfrentarse a los Dioses), Pedrito, hace que puedas elegir quién tiene derecho a tu perdón y quién no; tu ambición desaforada consigue que los españoles vuelvan a ser definidos entre buenos, en este caso los que comulgan conmigo, y malos, aquellos que me critican; tus mentiras y engaños, como Sísifo, efectivamente, son tan continuas, repetidas y comunes que incluso tú mismo las llegas a considerar grandes verdades, perdón, quise decir cambios de opinión.

Todas estas actitudes, claro, no son innatas, no creo que un individuo lleve estas perversidades incluidas en sus genes, echas mano de ellas porque las necesitas para esconder tus verdaderos motivos, las herramientas para llevar a cabo tus fines ocultos (aunque la opacidad está empezando a diluirse), y que se traduce en otras actuaciones que sí parece las llevaras desde que tienes uso de razón: la hipocresía y la doble moral.