Viajar a contracorriente

En la sociedad de hoy en día hay un alto grado de bienestar. Tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas. Muchas enfermedades que antes no lo eran, son curables, hemos avanzado en el campo de derechos y han mejorado las condiciones laborales. Aunque también es verdad que la sociedad está degradada ya que se somete por completo, entregando su tiempo, libertad y atención, a un aparato que te conoce como si fuera tu mejor amigo, ya que lo sabe todo sobre ti: quiénes son tus amigos, tus películas, series, comida y ropa favoritas. ¿De verdad a alguien le gustaría que una máquina le conociese mejor que a uno mismo? Cada vez que voy en metro veo este reflejo de la sociedad y algo curioso, y es que todas las personas están mirando hacia abajo. Unas sometiéndose a la tecnología para que nos domine, más pendientes en dar impresiones que en disfrutar, personas vacías mirando lo que hacen personas vacías con infinitos recursos para relacionarse pero nada que comunicar. Otras, la gran minoría, los rebeldes, los distintos, los que están pasados de moda: los héroes, leyendo un libro, cultivando su conocimiento, o simplemente disfrutando y yendo a contracorriente. Eso me da esperanza y aunque todo parezca perdido no lo está, ya que una sociedad que se somete dócilmente a la tecnología y no lee es una sociedad que no piensa por sí misma, no tiene espíritu crítico, se deja llevar por lo que dicen las masas, que es dependiente del móvil y las modas, y es más manipulable. Los que leen son supervivientes que cambian el mundo yendo a contracorriente. Había un cartel de una ONG que decía ‘’UNO’’ y más abajo: «Cantidad de personas necesarias para cambiar el mundo». Tú también puedes ser un lector. Eres solamente uno y puedes cambiar el mundo.