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21 de septiembre de 2024

Cartas al director

Santos inocentes

El 28 de diciembre nos recuerda la degollación de los inocentes ordenada por el Rey Herodes. ¿Cuántos Herodes ha padecido y padece el mundo a partir del rey infanticida? Hace unos días leí en el periódico que un padre había cometido cuatro filicidios; padres y madres que deciden matar a sus retoños es una noticia habitual. ¿Qué decir de críos, chiquillos, víctimas de las guerras que pagan los errores de sus mayores? Corremos el riesgo de insensibilizarnos, de caer en la banalización a fuerza de verlo tantas veces pero en la televisión. Hambre y enfermedades también se enseñorean y ensañan con los más pequeños; seres inermes, ojipláticos, que nos interpelan. ¿Hay acaso algo más locuaz que la mirada de un niño y más desgarrador que verlo anegado en llanto, sólo, desamparado, hambriento, sin saber qué hacer, adónde ir, sin poder asirse a una mano protectora? Contemplar criaturas con los ojos plagados de legañas, las moscas revoloteando alrededor y sus barrigas hinchadas debería golpear nuestras conciencias; la sociedad en la que vivimos, auténticos privilegiados, que tanta comida desperdiciada y que en la recta final de cada año nos atiborramos de las mejores viandas, embaulando con glotonería como auténticos carpantas debería reflexionar haciendo un profundo examen de conciencia cuando nos quejamos por nimiedades. Miremos a nuestros niños. ¿Si fuesen ellos los inocentes de la guerra, hambre y enfermedades? Hace menos de cien años lo fueron.

Francisco Javier Sáenz Martínez

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