Triste fin nos espera de nuestra Constitución

Las noticias que nos llegan son tristes e incomprensibles. De la mano de un PSOE que acordó con todos los partidos políticos de la época, con lealtad, generosidad y esfuerzo para que la Constitución que nos dimos hace ya más de 45 años, se hunda y desaparezca un modelo de democracia que aprobamos, apoyamos y luchamos entre todos para llegar hasta aquí, es una tragedia.

El PSOE actual no tiene nada que ver con el que vivimos en aquellas décadas, y no solo lo digo yo, lo dicen y afirman socialistas de nivel de aquella época y posteriores y comprometidos con el objetivo de mantener nuestra Monarquía constitucional parlamentaria que nos ha traído hasta aquí.

Este PSOE sanchista y sus compañeros de viaje: independentistas, separatistas, partidos de izquierda y extrema izquierda, partidos herederos de los terroristas de ETA, que tanto dolor y daño nos hicieron hace 2/3 décadas, está manipulando, junto a estos elementos, para acabar con nuestra forma de gobierno y quedarnos en manos de un fugitivo de la justicia, que está marcando la hoja de ruta y viviendo a cuerpo de rey en Waterloo, con el que se reúnen periódicamente los palmeros del presidente. Todos estos movimientos apoyados y buscando los recovecos que se lo permitan, como el actual del Tribunal Constitucional con Conde Pumpido a la cabeza y sus compañeros de sala, la mayoría de ellos a merced de Pedro I El Mentiroso es lo que necesita para mantenerse en la Moncloa. Están trabajando encontrar las enmiendas necesarias y el borrado de otros delitos exigidos por este grupo, que le manda y ordena los movimientos y no es otro, que Junts y su grupo de afines.

Qué triste situación estamos abocados a vivir, porque defender a todos los españoles no es un objetivo que se marque este impresentable presidente de Gobierno que tenemos. Rectifique y recuerde los compromisos adquiridos al jurar sus obligaciones en su toma de posesión frente a nuestro Rey Felipe VI, que le guste o no, es nuestro Jefe de Estado. Defender al Estado español es una obligación, no un capricho.