A dónde queremos llegar

Mirando hacia un lado o a otro, me veo en la necesidad de preguntarme a dónde queremos llegar. Nuestra sociedad es una mezcla de hedonismo, relativismo y materialismo, con una agresión embalada en gran ofensiva anticristiana, propia de una sociedad que vive de espaldas a Dios. A todo se le une una corrupción en continuo aumento en numerosas jerarquías e instituciones que hace que al propio Estado de derecho, se le haya unido una fuerte crisis económica, como consecuencia de la destrucción de los valores éticos y morales de los que la sociedad se nutría. Por tanto, urge denunciar estas condiciones anómalas. Los cristianos debemos hacernos oír allí donde se forma la opinión pública y proclamar todo lo valioso que el cristianismo puede aportar, tanto en el ámbito de la política, esta no puede ser ajena a la verdad moral, como en el contorno social denunciando la injusticia, la idolatría del dinero, que da primacía a los intereses económicos.

Todo este argumentario va en deterioro de la dignidad del ser humano, creándose así un orden socioeconómico injusto. Ante este horizonte árido y desolador, surge una pregunta: ¿a dónde queremos llegar?

¿Por dónde camina la sociedad española, a nivel religioso, político, social, económico y sin lugar a dudas cultural? No debemos dejar en el olvido la irrenunciable responsabilidad que corresponde a los cristianos laicos y su compromiso con la verdad que profesamos, pues somos referentes imprescindibles dentro de la iglesia a la hora de dar respuesta de gran calado a los retos de nuestro tiempo.

Hoy más que nunca es necesaria la presencia significativa de los cristianos en la vida pública que, con firmeza y valentía, debemos vivir con coherencia en esta fe cristiana en estos momentos cruciales y presentes.