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Cartas al director

Gansadas

Al bicho, de pelo o pluma, para hacerte con él, tienes que darle. No he visto nunca un azulón arrancarse de la orilla y, tú, sorprendido, disparar sin tocarle pluma y que pegue el pelotazo unos metros más allá víctima de un infarto. Ni a la tórtola, la torcaz, la liebre, el fiero jabalí o el elegante venado. Al contrario, con un corazón a prueba de bomba, se ponen a resguardo antes de que reacciones.

La imagen de una hembra de azulón muerta es, para ElPlural.com, Diario digital progresista, desgarradora. Sólo unos días antes titulaba con un lacónico «La dirección general de la Guardia Civil ha confirmado en un comunicado la muerte de dos agentes y otros dos heridos, uno de gravedad y otro leve, tras ser embestidos por una narcolancha en Barbate, provincia de Cádiz» el asesinato de dos guardias.

Ni que decir tiene que la foto no está geolocalizada, que puede ser de ayer o de hace años y, como se distribuyen por todo el hemisferio norte, de cien mil sitios.

Me gustan la caza y los toros. Leer a mi paisano Covarsí queriendo desjarretar con un cortaplumas a un fiero jabalí en un cerrado zarzal me entusiasma.

No me gustan, por el contrario, ni las Fallas, ni las mascletás, ni las matanzas didácticas en la plaza mayor, ni los botellones, ni los quad petardeando por las calles. El que quiera decibelios que se ponga cascos.

Desdichada pata, morir de un susto después de toda vida aguantando el acoso de los machos. El furor del azulón en el celo es brutal para, después, si te he visto no me acuerdo. Pobres patitos, huérfanos y con padre missing.

Me molestan los ruidos, pero más la utilización de argumentos espurios, el no ir por derecho.

Felipe Sánchez Gahete

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