Proteger a Kuzminov

Qué rabia grande me genera el asesinato de Maxim Kuzminov en Alicante. La impunidad; la macabra eficiencia con la que operan los servicios rusos fuera de su propio patio. Como si no supiésemos que un desertor que se fuga con un helicóptero de combate a Ucrania pasa a integrar la lista de ejecución que el régimen de Putin otorga a sus traidores. Mi exasperación, más que como consecuencia de este modelo de conducta, dominante allí donde el modelo jurídico, de integración social y de fidelidad supera al de las mafias, es resultado de nuestra propia levedad. Mi enojo es porque no hemos sabido proteger a Kuzminov. Supongo que no se requerirá de una escuadra de policía con él las veinticuatro horas. Supongo que será más bien el hecho de dotarle de una identidad judicial, de instrucción, de recursos de integración que minimicen su verdadera filiación. Siento mucho, Maxim, que tu ansia de libertad te haya conducido a la muerte.