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Cartas al director

Sentido o insensibilidad

Todas las historias merecen ser contadas y ser dignas de ser escuchadas, siempre que uno quiera y le apetezca. Cada persona guarda en lo más hondo de su memoria, en lo más hondo de su ser, en su propia vida, esa historia de hundimiento o superación, de abuso o agresión, de fraternidad o enemistad, de suerte o de desgracia. Sin embargo, dicha historia que es personal e íntima, no tiene por qué ser contada bajo ningún tipo de presión y/o coacción, ya sea de tipo mediático, político (siempre que no se haya cometido un crimen, evento ilegal…), dentro de un grupo de amigos, familia y un largo etcétera.

Si a una persona no le apetece hablar de cierto tema de índole de salud, ¿por qué tiene que hacerlo? Me sorprende cómo se desbroza una historia «X», presionando a «Y», para que cuente el porqué de ese «X». Nadie se pregunta que, quizás, a esa persona no le apetezca contarlo, bien porque no se sienta preparada para ello, bien porque esté asustada y su prioridad sea su recuperación en paz, o simplemente, porque no quiera hacerlo. ¿Nadie se lo ha preguntado de verdad? ¿Respetamos esos silencios?

Vivimos en la era de la inmediatez. Noticias rápidas. Amores rápidos y banales. Todo al alcance de un clic. Comunicados rápidos, muchos de ellos, sensacionalistas, morbosos, etc. Y nos olvidamos de que, detrás de ese comunicado, publicación o chisme, quizás haya una persona sufriendo o pasándolo mal. ¡Es absurdo! Me parece absurdo el devenir de algunos acontecimientos puntuales que últimamente están pasando. ¡Tan insípidas o insulsas son las vidas de quiénes escarban en la vida de otra persona, para sacar tajada de ello!

Parece que sí, no hay otra explicación.

Isabel León

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