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Cartas al director

En la solapa

Al contrario de lo que hace la clase política norteamericana con su enseña nacional, que la lucen con orgullo, o las demostraciones de respeto que vemos hacer a las personas en Japón al subir a un estrado donde está la suya, en España no hay muchas políticas ni políticos que acierten a lucir hoy en la solapa del atuendo un pin de nuestra bandera constitucional. La que conserva los colores que ya eligiera en el siglo XVIII el rey Carlos III para distinguir los barcos, y por eso algunas personas desinformadas dicen que es «bandera monárquica».

Lo que existe son abundantes ganas de mostrar, a la mínima, «la del permanganato» como cuenta Rafael García Serrano en su libro Diccionario para un macuto (2010), cuando define «la polca del hambre» aludiendo al Himno de Riego que la República Segunda impuso como himno nacional. Ocurre cada Primero de Mayo cuando los sindicalistas suelen levantar banderas tricolores como si fuera la española. Con lo que se resisten a admitir que ese paño es de una época pasada, trasnochada época de la que ellas y ellos intentan seguir viviendo y con lo que nos dan a entender de paso que solo eso saben izar. Por cierto que se asombrarían no hace muchas fechas, varios de esos mismos sindicalistas, cuando vieron a los agricultores españoles manifestarse en sus tractores llevando banderas constitucionales.

Todo esto parece dar a entender que aún carecemos los españoles de una verdadera clase política profesional. Una que aprecie a todos y cada uno de los ciudadanos y que sepa representarnos de manera actualizada.

Gabriel-Alberto Elías

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